Friday: Jason.

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El viento frío me ondea el cabello y mis botas dejan pisadas sobre la nieve. El invierno está presente en Irlanda.

Estos días son perfectos para tomar un café y leer un buen libro de Stephen King acompañado con una suave melodía de mi cassette favorito de The Rolling Stones.

Doy una calada al cigarrillo que cuelga de mi mano y subo el volumen de mi celular para escuchar más cerca a Nirvana. Con cada paso que doy puedo sentir la emoción dentro de mí.

Porque, aunque suene imposible ya que no parezco ser la clase de persona que cuenta sus problemas a otra, iré a terapia.

R.J Miller.

Ese fue el nombre que había visto en aquella página de internet, y a su casa es donde me dirigía ahora.

¿Cuál será su nombre? Quizás Rose Jade, Rachele Jessica o Rhiannon Jennell. Bien, soy un asco combinando nombres.

Sigo caminando hacia mi destino. Por suerte poca gente transita por las calles de Dublín debido al frío y la nieve. Esto me da la oportunidad de pensar.

Ella es en lo único que pienso.

(...)

Varios minutos pasaron hasta que encontré su casa, era aún más chica que mi departamento y tenia unas grandes ventanas que en su momento estaban impecables hasta que la nieve las cubrió. Me gustaba bastante la humildad que reflejaba.

Tiré el cigarrillo y me quité los auriculares para presionar el timbre torpemente, estaba verdaderamente nervioso. Esperé un poco hasta que la puerta se abrió dejándome ver a una joven y linda muchacha de largo cabello negro con algunas ondas y ojos tan grises como un día de tormenta.

¿Cómo es que alguien puede tener unos ojos tan hermosos?

—Hola, ¿tú eres Jason Wells?  —preguntó con una sonrisa.

—Sí, ¿quién más sino? —contesté seco.

¿Por qué había dicho eso? Lo arruiné de nuevo, pero no lo hago a propósito.

La preciosa sonrisa de R.J Miller es remplazada por una mueca de disgusto. Bien, no he empezado mi terapia de la mejor manera.

—Un gusto, mi nombre de Rebecca Julie Miller, pero estaría bien que me digas Becca. —dijo con esa amabilidad que logra hacerte sentir cómodo.

—Bien, Rebecca.—Joder, parecía un niño consentido de cinco años. ¿Es que no puedo parar nunca?

Ella no dijo nada, sólo hizo un ademán para que la siguiera dentro de su casa. Por dentro no cambiaba demasiado, excepto por la sala repleta de fotografías de famosos del género rock.

—Nunca creí que fueras una aficionada a la música. —pensé en voz alta.

—Parezco no ser muchas cosas. —dijo frenando y girando sobre sus talones para verme. —Eres la primera persona que comenta algo sobre esto, todos lo miran y piensan, pero nadie comenta nada.

Asiento con la cabeza y busco a Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ron Wood entre los cuadros, doy con ellos en una esquina.

—¿Te gusta The Rolling Stones? —pregunté.

—Demasiado.—se limita a decir para luego entrar a un pequeño cuarto.

Dentro de el hay una mesa con dos sillones rojos, una repisa repleta de libros y una maquina para café algo descuidada en sobre una mesada. Rebecca me pidió que me siente, así que obedecí.

The PsychologistWhere stories live. Discover now