Cabos sueltos, ya no tan sueltos.

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22; Cabos sueltos, ya no tan sueltos.
Haneul

      ─No papá. Esa canción no.─ Otra vez estaba en el mismo sueño. De nuevo papá conduciendo y mi yo pequeño a mi lado, con su oso de felpa.

      ─¿Por qué cielo? Si es muy bonita.

      ─Porque estoy cansada de ensayar esa canción.

Ya llevaba varios días soñando con el accidente una y otra vez, cada vez que pegaba una siesta o directamente dormía, pero siempre me acababa despertando cuando caíamos barranco abajo.

      ─Prometo ponerte una de Dooly en cuanto acabe esta, pero déjamela escuchar, me encanta como la cantas ¿sí?.

      La respuesta de mi yo pequeño fue  nuevamente otro puchero, asintió con la cabeza y jugaba con los brazos del oso de felpa.

     

      El camión ya se había pasado el semáforo en rojo y estaba cuesta abajo, a toda velocidad hacia nosotros.

Y como siempre, ninguno se dio cuenta de ello.

—Preparados para el impacto, señores —dije en voz alta a sabiendas de que no me oiría, con un poco de humor.

Me agarré fuerte al pasabrazos que había colocado encima de la ventanilla y espere impaciente el golpe.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...

Y nada, ni meneo fuerte ni golpe ni nada.
«Qué extraño, normalmente no tarda tanto y después me despierto» así que directamente abrí los ojos.

Estaba sentada en el mismo sitio, pero me percaté de dos cosas rápidamente que habían cambiado. La primera es que mi pelo estaba colgando sobre mi cabeza y la segunda, estábamos ya en el bosque.

Así que, llegue a la conclusión de que ya nos habían dado, pero no lo había sentido.

Y de nuevo, relaje los hombros y me dispuse a contar para despertarme.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

Abrí los ojos, esperando encontrarme en mi cama pero nada, seguía boca abajo y con el pelo colgando.

A mi lado, estaba mi yo pequeña, con una herida grande en la cabeza que no paraba de sangrar. Enfrente mía, tirado en el suelo se hayaba mi padre igual que la primera vez que soñé con esto.

Pero si siempre me despertaba justo en este trozo, ¿por qué hoy no?

—Solo mira—giré hacia la ventana de mi lado y ahí estaba mi yo pequeña de nuevo, aferrandose a su oso de felpa. Rápidamente giré la cabeza en dirección contraria y mi yo pequeña estaba inconsciente en el mismo sitio. Y así hice un par de veces, como en un partido de tenis. Izquierda, derecha, izquierda, derecha.

Y ninguna desapareció.
Efectivamente, había dos yo conmigo, una fuera del coche y otra dentro, una inconsciente y la otra consciente, una sangrando y la otra no.

—¿Qué eres?—pregunte a la que estaba consciente (obviamente porque era la única que me podía responder)

—Soy tú.

—Eso no me responde lo que he preguntado pequeña rebelde. ¿Qué-eres?

—Ya te lo dije la primera vez. Soy lo que has intentado borrar, lo que todos han intentado borrar de tu memoria.

—No lo entiendo. ¿Acaso eres mi memoria? Porque de ser así, tengo muchas dudas que nadie del mundo real quiere contestar.  

—Si quieres respuestas, solo mantente durmiendo el tiempo exacto.

—¿Cómo el tiempo exacto?

—Si no te despiertas en el momento justo, te quedarás en estos recuerdos para siempre. Al igual que papá.   

—¿Al igual que papá? Me estas empezando a asustar.

—Es la hora, tan sólo haz lo que te digo y todo salgrá bien. Si no, nunca volverás al mundo real y te quedarás aquí conmigo.

—Pero si no me ex...

—Nos vemos a la próxima. Y recuerda, el tiempo exacto.

—Espera, espera, no me puedo ir.

Y cuando parpadeé, estaba tumbada en mi cama, con el bonito coro celestial de los ronquidos de Min retumbando por toda la estancia.

Dios mío, que dolor de cabeza me había entrado.

Y ese sueño... Había sido el más extraño de todos.

—¿Tiempo exacto?  Una caca de vaca tiempo exacto.

Aunque no me creía nada de lo del sueño, una parte de mi, muy en el fondo quería hacerlo.

Pero para ello necesitaba ayuda y solamente contaba con dos personas.

Salí de la cama de un salto y camine hasta la de Min, despertandola de golpe.

Ella me miró con cara de quererme asesinar y, antes de que maldijera mi nombre de todas las formas posibles, hable yo primero.

—He descubierto algo y necesito tu ayuda. 

A mi mejor amiga se le iluminaron los ojos. Y eso era buena señal. 





𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝖲𝗎𝖾𝗇̃𝗈; 𝖠𝗆𝖺𝗋𝗀𝖺 𝖱𝖾𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora