Capítulo 38 - La gota que colmó el vaso

610 26 0
                                    

Capítulo 38 – La gota que colmó el vaso

Si soy sincera, me cuesta un poco estar con Cole, y no es porque no me guste, si no porque lo que me va a costar va a ser despedirme de él. He descubierto que le sigo queriendo, y ahora mismo me siento como cuando tenía dos años menos: Plena, feliz, segura... Así me sentía con Cole y me da miedo tener que volver a pasar por lo mismo que pasé cuando se tuvo que marchar. Mi primera relación, con dieciséis años y con un novio que ya era mayor de edad y que tuvo que marcharse a Alemania. Dime que no es de locos. El día en el que se tuvo que ir yo estaba totalmente inexpresiva. No estaba ni contenta ni triste, ni enfadada ni serena. Simplemente estaba, como si fuese un objeto inerte, o un fantasma. Solo me movía de un lado al otro, no hablaba, apenas comía y mucho menos dormida. Tuve que ir al médico por un ataque de depresión. Pero si dejamos atrás todos los contras y nos ponemos a reflexionar sobre los pros, en ese caso Cole me ha ayudado a ser como soy. Me ha ayudado a levantar la cabeza en malos momentos, a afrontarlos y superarlos, a no dar el gusto de molestarme a aquellas personas que no se merecen una milésima de mi tiempo y lo que yo creo que es lo más importante que me ha enseñado es a desconfiar. Si, desconfiar. No siempre es malo, a veces usan la confianza en tu contra para, a la mínima clavarte una estaca en el pecho. Una de mis leyes de vida: "Aprende a desconfiar" y gracias a él lo he conseguido. También me ha enseñado a ser una mujer fuerte y a demostrárselo a los demás, no por la violencia si no por la actitud. Definitivamente Cole me ha aportado más cosas buenas que malas.

Suspiro y me giro en la cama para encontrarme con aquellos ojos verdes que enamoraban.

-Hola pequeña – Dice dándome un toquecito con su dedo índice en mi nariz.

-Hola Cole- Digo sonriendo.

-Te veía distraída, no quería molestarte.-Dice acercándose a mí y acercándose a mí para pegar mi espalda en su torso desnudo. Como a mí me gusta.- Aún así estabas preciosa.- Susurró cerca de mi oído y dejando un pequeño beso en la parte trasera de mí oreja.

 Descendió con besos por mi cuello y me soltó para ponerse sobre mí y tumbarse sin posar su peso sobre mi cuerpo. Siguió con sus besos por mi mandíbula hasta llegar a su destino: mis labios. Esos que repetidamente han vuelto algunas de sus fantasías realidad, y esos los que siempre me ha dicho que tanto le gustaba besar por ser carnosos y apetecibles. Coloqué mis manos en su espalda dándole el permiso que, aunque estuviésemos casados, siempre me pediría. Empezó siendo un beso suave pero poco a poco fui separando un poco más los labios para dar paso a aquella intrusa que tenía Cole en su boca y que tan bien sabía usar. Esto hizo que nos volviésemos locos los dos.

 Él me apretaba con sus caderas haciéndome notar el estado en el que estaba y mientras, con sus manos, se dirigía a mis pechos. La acción iba a empezar, parece que no le bastó con lo que pasó anoche, pero no le culpo, esas cosas a nosotros nos apetece a cualquier hora del día. Estiró el brazo para coger del cajón de una mesilla blanca de noche aquel paquetito plateado. Muy importante, por supuesto. Cogí una esquina del envoltorio y Cole lo atrajo hacia sí para abrirlo con mi ayuda. Ambos con la respiración agitada, ambos con la necesidad de liberar tensión. Yo necesitaba sentirme a gusto con la decisión de haber aceptado el pacto que hicimos los dos, necesitaba olvidarme por unos buenos minutos de los problemas, y esta, para mí, era una forma muy eficaz de hacerlo. Los dos estábamos ya preparados, pero aún lo que parecía imposible pasó. Su endemoniado llaverito que avisaba que tenía que trabajar vibró. Me miró con fastidio y resignación, y quitándose el intacto preservativo y se bajó de la cama. Ambos estábamos desnudos.

-Cole, vete a duchar tú primero. Yo... luego voy.

-¿No te quieres duchar conmigo, pequeña?

-Créeme, lo estoy deseando, pero sabemos lo que va a pasar y seguramente sea un despido por no llegar a trabajar.

Corazones destinadosWhere stories live. Discover now