Mi padre tomo el teléfono y lo contestó sin dudar un segundo.
Hola
......
Sí, ese soy yo.
........
¿Qué?.... no.....
......
Voy para allá.
El colgó.
No volteó a verme, no mostró su rostro, pero yo se que el estaba llorando.
"¿Dónde esta mamá?"
No volteó.
Las paredes de la pequeña casa roja eran delgadas, casi como el papel; podías pararte a caminar a la ventana y tus pasos se escuchaban hasta la cocina.
Mi padre se veía nervioso y con miedo, sus manos temblaban al igual que sus piernas, sus movimientos eran torpes.
El trato de tomar las llaves pero calleron al piso.
Las llaves hicieron un ruido horrible y pocos segundos despues del escándalo, los gemelos se asomaron por la puerta de cuarto.
Los dos se acercaron a la puerta conmigo.
Mi padre siguió sin voltear. Tomó las llaves de su carro del piso y salió por la puerta.
Salímos corriendo detrás de el.
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El carro de la familia era pequeño, un Mustang de 1967 color rojo, su interior era de cuero y siempre olía a menta, al perfume de mamá.
Los 20 minutos más largos de mi vida.
Todo estaba callado, mi padre no encendió la radio, los gemelos y yo estábamos callados en la parte trasera del auto, mi padre no dejaba de ver la carretera.
Po único que reflejaba vida en el cuerpo de mi padre eran los movimientos que hacía para poder manejar el auto. Sus ojos no reflejaban vida, sus labios estaban rígidos, las cejas estaban en su posición estándar, su pecho se movía al respirar, pero parecía muerto.
Charlie y Zac no tenían idea de lo que pasaba, sus ojos infantiles reflejaban confusión y angustia.
Los segundos parecían decadas, los minutos parecían siglos.
Después de ese viaje, llegamos. Llegamos al gran hospital blanco.
