Llegamos al hospital, era enorme y olía a medicamento.
Personas estaban sentadas, algunas llorando, otras impacientes y otras felices.
Ese día me di cuenta de algo, los hospitales escuchan más oraciones que las iglesias.
Mi padre fue con la recepcionista.
Mis hermanos y yo esperábamos mientras observamos el gran cuarto.
No voy a mentir, estaba llorando a mares, como cualquier niño que estaba a punto de perder a su madre.
Me recargue en la pared, empecé llorar aún más fuerte hasta que sentí una mano en mi hombro.
"Lucas, ven conmigo" mi padre dijo.
Y ahí estabamos, caminando en un pasillo blanco colosal, parecía no tener fin.
Llegamos a un cuarto, 694, y entramos.
En ese cuarto blanco se encontraba una cama, sobre ella Jack sumergido en un sueño profundo.
Me alegró ver a mi hermanito, pero a quien ansiaba ver era a mi madre.
La sabana que cubría el pequeño cuerpo de Jack era azul rey y sobre esa cobija de hospital recibí las peores noticias.
"Lo siento tanto señor Ramírez, no sabemos nada de su esposa." Una enfermera muy pequeña le dijo a mi padre.
Estuvimos ahí toda la madrugada, toda la mañana.
El reloj nos decía que eran las 2pm y la misma enfermera de el día anterior entro a la habitación.
"Encontramos a su esposa señor Ramírez.... lo siento tanto"
"¿Qué esta pasando papá?" Zac dijo mientras se tallaba los ojos.
"Creo que deberiamos ir afuera" La enfermera llevo a mi apadre fuera de la habitación.
Minutos después, volvieron.
Mi padre lloraba, sus ojos verdes se inundaron de lágrimas y corrió a abrazar a mis hermanos y a mi.
"Lo siento tanto chicos, lo siento" Nos abrazó como nunca antes lo hizo.
"Su madre esta en un lugar mejor, en el cielo"
Sentí como el mundo derrumbarse lentamente.
¿Acaso no es increíble? Un segundo esta junto a una persona riendo y unos minutos despues ella puede ya no estar ahí.
En esas sabanas azules llore como nunca antes lo había hecho.
