𝑶𝒄𝒉𝒐🌻

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𝒇𝒐𝒕𝒐𝒈𝒓𝒂𝒇𝒊𝒂: 𝑱𝒆𝒔𝒖𝒔.

Bajé al salón después de escuchar sonar las cuerdas de la guitarra de mi hermano. Estaba escribiendo, componiendo una canción. Me senté en el sillón de enfrente y puse mis ojos en él observando cómo escribía en el pequeño libro de notas.

—¿Qué escribes maestro? —me limité a preguntar.

—Pronto voy a hacer un año con Elena y quería regalarle algo especial.

Sonreí —¿me lo enseñas?

—Bueno, si insistes —dijo pícaro y reí, aclaró su garganta y comenzó a tocar unos acordes. —Contigo, yo solo tengo sentimientos, que llenan de Color sin miedo, a quererte sin poder, tenerte otra vez —cantó.

Sonreí —¿La has escrito toda tú solo?

—¿Por quien me tomas? —dijo riendo.

—Eres un genio Heaslip. —solté —A Ele le encantará, es más, te hará un altar, estoy segura.

—Me conformo con que me siga queriendo muchos más años.

—¡Eres una monada! —salté a sus brazos a abrazarlo.

—Y tú super intensa.

—Es mi mejor virtud.

Bieber:

¿Peli favorita?

Yo:

Mmm, pues no lo sé la verdad, seguramente alguna de Marvel

¡Oh!

Me gustó mucho Mujercitas.

Bieber:

No la he visto, me temo.

Yo:

Timothée Chalamet!

Bieber:

Y ese es?

Yo:

El amor de mi vida.

Bieber:

Auch, golpe duro.

Yo:

Ese sí que es un hombre.

Ele💗:

Quiero casarme con tu hermano.

Yo:

Hola Maya! Que tal? Bien gracias.

La canción?

Ele💗:

Aja :'(

Es tan mono.

Yo:

Pues yo... me limito a jugar a las preguntas con Bieber.

Ele💗:

Sigues hablando con el?

Yo:

Si, no quiero dejarle de hablar.

Es... majo, de verdad.

Ele💗:

Como tu hermano se entere de quien es...

Yo:

Ya...

Acaban de llamar a la puerta, ahora seguimos.

Mi ceño se frunció al escuchar el timbre de casa. Nadie esperaba a nadie a estas horas, además ni Calum ni mamá y papá estaban.

Bajé sigilosamente por las escaleras y al llegar a la puerta miré por la mirilla. Me sorprendió bastante al ver que quien se encontraba al otro lado era Jesús.

Esperé unos segundos pensativa y luego abrí.

—Jesús... qué sorpresa.

—Hey —dijo sonriente —¿Está tu hermano? Tiene mi libro de mates...

Negué —Está con Elena en algún lugar de... bueno, el pueblo.

—Oh vaya... que pena, había traído una película también, —la sacó de la mochila. Mujercitas. —para que la viéramos, no sé, hablan mucho de ella ahora, pero si no está pues... vendré otro día.

—¡Mujercitas! —exclamé —¡Me encanta esa película!

—¿De verdad? —asentí como un cachorrillo. —Oh... ¿te gustaría verla conmigo?

—Pasa pasa, adelante —cogí su brazo y le hice pasar. —toma asiento, prepararé palomitas.

Fui a la cocina saltando como un conejillo y puse un sobre de palomitas en el microndas, que pronto empezaron a hacer pop. Cuando ya estuvieron listas las puse en un bol y me asomé por la puerta de la cocina.

—Jesús, ¿Qué te apetece beber? —se giró al oír mi voz.

—¿Cocacola tienes?

Asentí sonriendo y volví a meter mi cabecita en la cocina. Cogí dos botes de cocacola y fui con todo el tentempié al salón.

—Vamos allá, te encantará, ya verás, es super bonita —dije devorando un puñado de palomitas. Él se limitó a reír y a darle play a la película.

Todo el transcurso de la peli se pasó bien, ninguno habló en ningún momento. Bueno, solo yo algunas veces para quedarme de cosas, pero aparte de eso cero ruidos.

Yo acabé llorando, obviamente, ese final era una mezcla de tristeza y alegría por todas partes, pero no estoy aquí para hacer spoilers.

Jesús me ofreció un pañuelo y yo lo agradecí infinitamente, me dedicó una sonrisa y luego fue el quien habló primero.

—Es preciosa. —soltó —Me ha encantado. Tenías razón —sonrió y me miró —gracias por verla conmigo, Maya.

—Ha sido un placer —sonreí —Eres buena compañía. Seguramente me habría aburrido toda la tarde aquí sola. Gracias por venir, aunque no fuera por mi —reí.

—Bueno, tengo que ir yéndome, o mis padres empezarán a preguntarse dónde estoy —se levantó y yo hice la misma acción.

—Te acompaño a la puerta —dije y alzó su mano para que yo pasara primero.

Llegamos a la puerta y quité el seguro para poder abrirla.

—Nos vemos en el insti —dijo saliendo al exterior. Yo solo asentí con la cabeza. Se acercó un poco a mi indeciso y dejó un beso en mi mejilla, yo sonreí. Luego, empezó a alejarse.

—¡Ei! ¡Te olvidas de tu película! —le grité cuando me percaté del fallo.

Se giró y me miró —¡Quédatela!

Sonreí y asentí con la cabeza, dije adiós con la mano y cerré la puerta.

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