5.

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A la mañana siguiente, Lydia se despertó y se encontró con un mensaje inesperado. Lucas, el guapo inglés con quien se había tenido que besar en el juego de la botella, le preguntaba si le apetecía quedar esa mañana a tomar algo. Por alguna razón, la primera persona que le vino a la mente fue Stiles, y precisamente por eso le contestó que sí.

No entendía qué le estaba pasando respecto a su amigo últimamente, pero se sentía confundida y lo último que necesitaba en esos momentos era que nacieran unos sentimientos hacia Stiles que no fueran correspondidos, así que la invitación del inglés no podía haber llegado en mejor momento. Quedar con él reprimiría lo que fuera que sentía por Stiles. Nada podía salir mal si solucionaba el problema antes de que este surgiera, ¿verdad?

Así pues, a las once de la mañana se encontraba delante de la puerta de la cafetería donde habían quedado. Lucas llegó dos minutos después y entraron. El problema fue que no tenían mucho en común y, en consecuencia, nada de qué hablar, así que sin muchos preámbulos, Lucas se lanzó y la besó. Sus labios sabían a canela y eran muy suaves. Lydia le devolvió el beso, pues no podía negar que el chico la atraía y así estuvieron un buen rato.

-¿Pero qué estoy haciendo? -pensó Lydia, de repente. -Justamente era esto lo que quería evitar. No tenemos nada de qué hablar, esto no puede llegar a ninguna parte. Yo necesito a alguien que me quiera para estar conmigo, no a alguien que me quiera para quedar y besuquearnos un rato.

-Lo siento, Lucas. Esto no puede ser -dijo mientras se levantaba y salía de la cafetería.

No podía haber estado más equivocada; la idea había salido peor que mal, porque ahora estaba segura de que no podría evitar los sentimientos hacia Stiles. Sí, sabía que sentía algo por él, ya era absurdo negarlo, pero todavía no tenía muy claro qué era lo que sentía. Estaba muy confusa.

Caminó por la calle hasta llegar a un pequeño parque, prácticamente vacío, y se sentó en un banco. De alguna manera, a su lado se sentó la última persona que esperaba ver: Allison. Sabía que era producto de su imaginación, pero la necesitaba, así que no le importó. Ella sabría aconsejarle.

-Allison, te echo tanto de menos -empezó Lydia.

-Lo sé, Lydia. Yo también te echo de menos, a ti y a todos. Pero ahora debes contarme qué te preocupa, si no, yo no estaría aquí -sonrió Allison.

-Pues verás... hay un chico...

-Stiles.

-Y por eso eres mi mejor amiga -dijo Lydia con una sonrisa triste. -Sí, Stiles. Resulta que... no sé qué siento por él. Hace unos días habría jurado que nada, que solo era mi mejor amigo, pero desde que empezó este viaje, he notado que las cosas han cambiado y ya no lo veo solo como a un amigo. Cuando estoy con él, todo es mejor, me siento bien y me considero la persona más feliz del mundo. Y cuando no lo estoy... bueno, solo pienso en la próxima vez que lo veré. ¿Por qué, Allison, qué me pasa?

-Creo que te has contestado tú sola, Lyds. Tú misma has descrito lo que es querer a alguien. Nunca antes lo has sentido, así que es nuevo para ti, pero esas mariposas que te hacen cosquillas en el estómago cuando estás con él significan amor. Esa seguridad que sientes simplemente con tocarle significa amor. Esa sonrisa que no se puede borrar de tu cara cuando le ves significa amor. ¿Quieres más ejemplos?

Lydia se quedó mirando a su amiga. No necesitaba más ejemplos, la había convencido de sobra. Extendió los brazos y le dio un abrazo, como si no quisiera soltarla nunca, porque eso suponía dejarla ir... otra vez.

-Gracias -le susurró al oído.

Cuando se separó de ella, Allison ya no estaba allí, pero Lydia la seguía sintiendo cerca; siempre formaría parte de ella.

Can't fight this feeling || StydiaWhere stories live. Discover now