Capítulo 33

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Esa noche no pude dormir, alterné entre el sueño y la vigilia hasta que finalmente a las 3am logré quedarme dormida.

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Cita con Jake

Desperté curiosamente temprano a las dos de la tarde, observé el reloj en la mesita de noche e intenté conciliar el sueño pero sin éxito. Cuando abrí los ojos nuevamente me percaté de algo fuera de lo común junto al reloj, una hoja de papel púrpura doblada a la mitad. Hice un gran esfuerzo arrastrándome hasta allí, la tomé y cuando quise volver estaba enredada en un montón de mantas, intenté sacarme y entonces al final, lo que logré fue caer directo de cara a la alfombra.

Oh Dios, es tan cómoda. ¡Podría dormir aquí fácilmente! Me quedé un rato allí en el suelo, medio muerta y entonces giré sobre mi espalda y abrí la hoja, era una nota.

Querida chica zombie, hoy es nuestra sexy cita. Usa ropa formal y cómoda a la vez. ¿Puedes hacer eso? Te espero a las 18:00h en punto.

–Zombie boy.

Sonreí. Hasta que noté lo que había pasado y dejé de hacerlo. ¡Se metió por la ventana! Volvió a sus actividades de ardilla. ¿Y si me observó mientras dormía? Eso es aterrador.

Seguramente mi cara era un teatro, me asomé a la ventana y mi vecino quien estaba haciendo una barbacoa me miró con cara rara.

Sonreí. —Buen día vecino. —dije con voz cantarina mientras agitaba la mano hacia él.

El viejo amargado me siguió mirando raro, dudó un momento y luego soltó su dosis de veneno. —Buenas noches. —Y siguió en lo suyo.

Resoplé y cerré la ventana.

Viejo pendejo.

Preparé arroz y freí un huevo. ¡No se quemó! Soy una jodida chef, arrodillense perras.

Encendí la tv de la cocina, por costumbre, no podía comer sin esa cosa prendida. Limpié todo y subí a escoger un atuendo.

Casual y cómodo... Huh.

Opté por el rojo esta vez. Un vestido ajustado cuello en v, con mangas hasta el codo, este la última vez que lo usé me quedaba seis dedos sobre la rodilla, y como probablemente no he crecido una sola pulgada tal vez siga a ese nivel. Tacones semi altos negros gamuzados, ni muy altos ni muy bajos, intermedio. Una pequeña cartera de mano color negro y ya tenía mi atuendo perfecto.

Observé el reloj 16:30, tenía que apresurarme si no quería presentarme con piernas de mujer mono.

Salí de la ducha, depilada, hidratada y humectada... 17:35, un récord de rapidez.

Corrí a vestirme, el vestido me quedaba siete dedos sobre la rodilla, casi grité de emoción, ¡crecí un dedo! Recogí mi cabello en una coleta alta, elegante y sexy. Delineé mis ojos, un poco de rímel aquí, un poquito allá, labios rojos y estaba lista para irme. Creo. Ni siquiera el maquillaje me hacía sentir bien, este espejo de mierda es mi enemigo. Señalé mi reflejo, un día te quebraré. Estaba a punto de romper a llorar cuando alguien sonó el claxon desesperadamente. Intenté animarme.

Bajé con cuidado los escalones y abrí la puerta. Un ramo de rosas rojas tapaba toda mi visión. —¿Es usted la señorita Beatles?. —Soltó una extraña voz fingida.

Sonreí. —Así es.

—¿Es hija de uno de ellos? —Hablaba por la nariz.

Miré el ramo confundida. —¿Qué?

—De los integrantes del grupo señorita.

—Oh no, aunque eso sería un jodido honor. —Dije reprimiendo una sonrisa.

DepresiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora