Capítulo 2: Charcos de Ácido y Conejos de Pascua

74 5 2
                                    

"La boca puede mentir, pero la mueca que se hace en ese momento revela, sin embargo, la verdad. - Friedrich Nietzche "

No soy lo que se considera una persona creyente, soñadora, ingenua, romántica, ni mucho menos idealista. No suelo creer en supersticiones, ni cosas por el estilo, podría ser detallada como un ser escéptico. Y no me quejaría, no hay un solo hueso crédulo en mi cuerpo, no es como si lo quisiera.

Soy de esa clase de personas que prefieren amargas verdades a dulces mentiras. No es porque no duelan y sea un ser insensible, no. Claro que duelen, sin embargo escose menos que cuando te desilusionas después. La gente cree que por aplazar el golpe dolerá menos, pero eso no es cierto, en vez de eso: los vínculos se rompen, la confianza se fragmenta, la esperanza se marchita y el amor desaparece. Todo por una mísera mentira.

Aunque no son sólo las mentiras en su empaque original; sino las evasivas, las verdades a medias, la hipocresía, y aquellas declaraciones que no tienen fundamento; ya sabes esas como "Sólo es una amiga" aun sabiendo que lo viste metiéndole la lengua hasta el estómago a una chica, que subrayo "no eres tú"; o incluso esos comentarios esperanzadores, sabiendo aún que no tiene potestad sobre el problema.

Quiero remarcar que no siempre fui así. Todo el mundo cambia por alguna razón, todo el mundo madura por alguna razón. Como cuando el Joker se convierte en villano tras caer en un charco de ácido, o Superman encuentra su verdadera naturaleza, o cuando Forrest Gump empieza a correr, luego que Jenny lo abandonara (por millonésima vez), o cuando Bridget Jones decide progresar y olvidar al idiota de Daniel que la engañaba en cada oportunidad que tenía; o esa chica rubia tonta que se da cuenta que no quiere ser más una rubia tonta; yo también tuve mi propio baño de ácido, bueno, figurativamente. Y enserio lo necesitaba. Fue algo así, como que esa tragedia desencadenó una serie de eventos que me revelaron la verdad, y porque la necesitaba tanto, y enserio lo hacía. Como ella puso en orden mi vida.

Verán, y aunque estoy segura que deben tener sus motivos, no obstante, no soy de esa clase de chicas que dejan de confiar en los hombres por un corazón roto. Va más allá de eso. Va más allá de un desengaño amoroso.

Podemos empezar con el inicio. ¿Por cuál otra parte pensaba iniciar?

Nací en Glasgow, Escocia; fue un corto periodo de tiempo que vivimos en aquel lugar, gracias a los constantes viajes de mi padre a Dublín, tuvimos que trasladarnos a los pocos meses. Estuvimos tres años en Irlanda, antes que papá fuese transferido a una sucursal en Boston. Esos fueron siete años, en los que yo y mi hermana gemela Ciara crecimos como felices niñas americanas; sin embargo mi padre era obstinado, y se negaba a ignorar nuestras raíces irlandesas, (dado a que él es de allá) y nos crió con un raro modelo irlandés; aunque mi madre fuera Escocesa. Nuestra niñez fue una mezcla de culturas, fue alegre y llena de amor; y lo fue mientras duró.

Pero creo que a pesar de toda esa tristeza, siempre sale algo bueno; quiero decir, al menos para mi padre las cosas no fueron tan malas. Consiguió la verdadera felicidad; con otra familia. Quisiera decir que me desagrada su nueva esposa, que es una bruja odiosa, como la madrastra de Cenicienta, y que sus hijos son horribles pesadillas. Sin embargo Emma es un amor, y mi hermanita pequeña Tara es un pequeño ángel; Michael no hace ni dice nada para desagradarme, en realidad no dice nada. No tengo de qué quejarme.

A pesar que claro, Ciara padeciera de una leucemia linfocítica aguda y muriera después de un año; nos mudáramos a Chicago, un lugar que no conocía, sin ninguna certeza de nada, sin amigos, y después de un tiempo, sin mi mejor amiga, mi hermana; luego mi madre se sumergiera en el trabajo porque es incapaz de ver todos los días el rostro de su hija muerta; que mi padre ignorara su ausencia, y olvidaran, parcialmente, que seguía ahí. Ah y claro, la inminente posibilidad de adquirir la misma enfermedad de mi hermana, gracias a su carácter genético. Casi me pierdo ese pequeñísimo detalle.

AWAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora