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Chapter-7 [Escape]

Ahí estaba, siendo amordazada, mantenida como rehén. Era amenazada con una pistola. Su expresión de miedo se veía tan presente en sus ojos celestes. Apunté con el arma hacia el agresor, parecía nervioso, no sostenía con firmeza el arma con la que arremetía en disparar contra la cabeza de la gata. Su rostro denotaba incertidumbre, aunque aparentara seriedad y un semblante amenazador. Estaba claro que no sabía lo que hacía.

—Deja a la chica en paz. —Ordené con frialdad, manteniendo la puntería en su cabeza calva.

—¡No! ¡Tu hazlo! ¡Ambos morirán de igual forma! ¡Yo seré quien tenga la recompensa! —Decía con nerviosismo, esforzándose en articular sus palabras mientras su respiración parecía acelerarse.

—Te lo repito, suéltala ahora. —Advertí una vez más, sin dejar de apuntarle.

El hombre trataba de querer retarme. Su expresión seria, pero aterrorizada, le generaban más temblor; parecía no querer darse por vencido. Preparó el gatillo, y, en ese instante que generó el sonido, le disparé. La bala le había atravesado la frente, Kira dio un grito ahogado por la mano que cubría su boca. El agresor cayó al suelo sin vida, soltando a la gata en el proceso. Ante ello, bajé el arma manteniendo aquella mirada en mi rostro.

Kira corrió hacia mí asustada, abrazándome, separé mis brazos de ella por reflejo. Agradecía con su desesperación y angustia; ocultó su rostro en mi hombro, soltando lágrimas en el proceso.

—Gracias... —Sin saber cómo actuar, traté de consolarla, rodeé mis brazos en ella y acaricié el lomo de su espalda, quizá la apaciguaría.

Nos encontrábamos devuelta en el Cadillac, volviendo a las posiciones de la noche anterior. Todavía no arrancaba el vehículo, necesitaba comer algo. Recordé haber dejado algunas cosas en el baúl por lo que bajé nuevamente, y busqué las provisiones que cargué antes de salir de la capital. Volví con la gata entregándole un envoltorio con un sanguche dentro. Ella aceptó con miedo, aún en su rostro se denotaba la impresión, el miedo. Suspiré amargamente. 

—¿Estás bien? —Pregunté, en un intento de ser menos serio, consideré sonar más agradable quizá.

—No lo sé. —Dijo mientras apoyaba el paquete sobre sus piernas, parecía perdida, inmersa en lo que sucedió hace instantes.

Cerraba mis ojos, incliné la cabeza, luego miré el suelo. Pensé un momento sostenía el sanguche, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Kira... A veces, la gente no es de fiar, nunca se sabe cuándo pueda pasar algo, y en este momento, no podremos andar caminando por ahí como si realizáramos un simple viaje por el país. —Expliqué con la fría y amarga verdad, viéndola de frente. —Ahora estamos solos. —Finalicé y di la primera mordida a mi sanguche, desviando mi mirada de la felina.

Ella quedó expectante unos segundos más. Seguidamente, la gata sacudió su cabeza, comenzó a abrir el paquete y, segundos después, dar la primer probada al contenido. Fijaba su vista en el suelo alfombrado del móvil del gobierno. La miré durante ese tiempo, desglosando aquella mirada triste y perdida. Era una sensación que había experimentado en el pasado, esa gata me recordaba a mi antes de ser deportado. Era volver a vivirlo en carne propia. Le di otra degustada a ese sanguche tragándome el pesar.

Tiempo después, arranqué el motor del auto y retomé el camino a seguir. Debíamos aprovechar todo el tiempo que nos quedará. Deduje que, si íbamos a la velocidad que Kira había tomado, en la mañana ya estaríamos en México. 

—Dexter. —Llamó a mi nombre en un intento por tener mi atención.

—¿Sí? 

—¿Cómo supiste que estaba... secuestrada? —Indagó, fijaba su vista al frente del camino.