Chapter-4 [Voice]

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—¡Estos autos parecen limosinas! —Comentó maravillada colocando sus manos detrás de su cabeza, rompiendo mis ideas.
—Oye, si tienes cólicos de esos que le dan a las mujeres normalmente, entonces, tendría sentido todo lo que estás haciendo en este momento. De otra forma no sabría explicarme.
—No tengo cólicos. —Respondía marcando lo obvio. —Tampoco estoy en mi… —Sacudió su cabeza en disgusto, en reacción para tratar de olvidar lo que estaba por decir. —Solo digo que necesitas divertirte, tienes cara de pocos amigos y lo cual no parece que esté equivocada. Por eso mismo… —El coche frenó en un aparcamiento, al mismo tiempo que la gata morada salía de él. —Hay que disfrutar de la noche. —Giró en el lugar para verme. 

La chica esperaba una respuesta, mi vista observó sus ojos y ella los míos. Paciente de mi palabra final ante tan descabellada situación, parecía una loca con esa sonrisa plena que me causaba nauseas.

—No. —Despegué mi vista, clavándola al frente del cristal en el cual dejé recostar mi cabeza.
—Bueno, sabía que dirías eso, no me queda más remedio que… sacarte a la fuerza. —¿Eh? —Solté, levanté levemente mi cabeza y las orejas en punta.

De pronto, como si de una fiera se tratara, la chica entró al vehículo y comenzó a tironear de mi vestimenta. Estaba confirmado, esa mujer está sacada de sus casillas. Intentaba forcejear agarrándome de los cojines, me maldecía internamente por haber cortado mis garras.

—¡Está demente! —Mencioné atónito forzado a mantener mi agarre, era ridículo. 
—¿Demente? ¡Esto es demencia! 

Sin saberlo, la chica me mordió el brazo, lo que hizo que soltara el grito de mi vida. Chillé como un imbécil.

—¡¿Que mierda te pasa?! —Espeté adolorido.

La chica comenzó a jalar de mi capucha ahorcándome, lo que provocaría que me comenzara a ahogar a la falta de aire. Con todo en contra, logró sacarme del auto lanzándome al frío concreto de la acera. Me dejó tirado, respiraba de manera imperfecta y agitado, aun sintiendo aquella mordida en mi antebrazo izquierdo. Dirigí mi mirada hacia la cara de la enferma, su expresión denotaba victoria con una sonrisa ladina. La miraba con total desprecio de mi parte. Analizaba su actitud, llegué a la conclusión de que estoy lidiando con una psicópata, no, una loca. Ella extendió su brazo, dando a entender que quería que lo tomara, ahora… ¿me otorga su amabilidad? No la comprendo.

—¿Qué…? —Solté en desaprobación y confundido.
—Vamos, levántate. —Ordenó aún con su mano extendida.

Tomé su mano y me ayudé de ella para pararme. Luego la solté y sacudí mi cuerpo lleno de tierra. Me sentía humillado. Una vez terminara, la miré de frente demandándole explicaciones, era bronca lo que experimentaba, sentir como el nervio de la frente me explotaba.

—¿Qué fue todo eso?
—Era la única forma de que salieras, sabía que te negarías y perdón por morderte. Pero de esa forma me sería más fácil sacarte, y perderías fuerza para que, siquiera, te lograras defender. —Comentaba con pena, buscaba la manera de argumentar sus acciones.
—¿En serio? ¿Morderme? —La miré incrédulo, juzgándola.
—Era eso o… —Saca sus de garras escondidas de sus manos —Clavarte mis garras en… bueno, ya te imaginarás donde. 

Mostraba una sonrisa perversa mientras me concentraba pensante en lo que dijo, hasta que abrí los ojos como platos al darme cuenta en donde se refería, tragué en seco saliva.

—Auch… —Solté por reacción tapando aquella parte.
—En fin, tenemos toda la noche para hacer lo que sea en esta ciudad mágica. — Rodeaba su brazo derecho alrededor de mi cuello, apoyándose en mí.
—Si te pones a cantar ciudad mágica de Tan Biónica, te ahorco con mis propias manos. —Le mencioné como aviso sin expresión.
—¿Quién? —Preguntó confundida.
—Olvídalo, no vale la pena. —Tambaleé mi cabeza en negación.

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