Tomé de aquel vino. Era la primera vez que lo probaba. Sabores fuertes impactaron en mi paladar: sabores agrios, amargos, muy... desagradables. Alejé de mis labios la copa de cristal. Su fétido hedor me estaba mareando; mis alrededores comenzaban a girar muy rápido… muy rápido. El sabor de la bebida me era insostenible. Mi cuerpo se tambaleaba, quizá caería al suelo, un zumbido acompañaría el dolor de cabeza, y lo último que oí fue una voz, una voz dulce y frágil que conciliaba:
—Duerme.
Traía recuerdos de épocas en donde todo era más fácil, donde todo era mejor, en donde uno podía sentirse feliz… y… recuerdos que dolían…
La noche era fría, inhóspita, solitaria y silenciosa. Todas las almas existentes dormían en paz dentro de sus hogares, en camas de telas suaves y tibias, donde los niños habían sido arropados por sus padres mientras estos les deseaban dulces sueños.
Pero un niño, de raza distinta, no contaba con la misma suerte. Su pelaje reflejaba su forma de vida precaria al igual que su ropaje. Caminaba a paso lento y delicado, en la oscuridad sin rumbo, buscaba consuelo en algún sitio en el que pudiera concretar su sueño. Llevaba consigo una desgastada mochila con lo último que conservaba de su buena vida, su corta buena vida.
El frío era insoportable en épocas de invierno. Quizá la nieve nunca llegaría a aquellos páramos, pero la brisa de esa noche dificultaba su andar. Tiritaba por la verdad de un amparo y la calidez de una manta; abrazándose a sí mismo mientras el viento se llevaba sus lágrimas en silencio y pena. Sus patitas comenzaban a arder, su cuerpo estaba lastimado y su estómago imploraba por alimento.
La luna se encontraba en su punto más alto, era su única acompañante en aquel vacío y soledad junto a las tenues pulsantes que la acompañaban. Aquella esfera fue la única sincera que le daba alguna paz en la hostilidad de las ráfagas de viento y del mundo sin remordimientos. Internamente, creía que era ella quien la acompañaba… no, la luna no.
Finalmente encontró un pequeño callejón que señalaba aquel astro de luz inerte. Sin otra opción, decidió descansar y dormir en el suelo de ese estrecho abandonado entre edificios. Se ubicó al lado de un contenedor de basura, colocó su mochila en un lado para que actuara como una almohada. Intentó dormir, buscó la paz en su sueño, quizá era la única forma en que lograría ser feliz, una triste felicidad.
El viento rugía con fuerza, provocando un temblor desagradable en el cuerpo del pequeño lobezno. Lloraba amargamente por la vida que tenía, se preguntaba, pensaba… pero no podía entender. ¿Volvería? ¿Alguna vez la podría ver de nuevo? ¿El mundo era cruel con él? Lloraba. ¿Un niño de apenas un lustro de vida tenía que vivir de esta manera? No lo sabría. Entre toda la amargura y desesperación que gobernaban en su joven mente, un recuerdo apareció como un mantra de calma: uno en el que lo mostraba unos meses antes de que su vida diera un giro muy abrupto y desgarrador. Ese mismo recuerdo lo mostraba en una situación cálida, amorosa, donde el frio no podía interrumpirlo y la tranquilidad era la protagonista; jugando con su madre, pintando y dibujando, tomando una taza de leche con chocolate caliente para enfrentar el gélido invierno que se aproximaba, y dormía en los acogedores brazos de su madre que compartía ese amor materno que tanto añoraba. Tan simple, tan entrañable, tan triste que solo será un recuerdo, un triste y desgarrador recuerdo.
Desperté. Desesperado, frio y sudado. Mi respiración era inestable; parecía ahogarme, pero del aire. Llevé mi mano a mi pecho por reflejo, sentía a mi corazón latir fuerte amenazando con escapar de mi caja torácica. Había despertado de una pesadilla.
No… aún seguía en ella, nunca acabaría la tortura.
No podía describir cómo mi mente intentaba procesar la situación, solo puedo decir que me perdía en un laberinto de ideas, confundiéndome en cada esquina sin continuidad. Trataba de profundizarme en el último recuerdo, buscando una respuesta, un hecho, un detalle… algo que me indicara lo qué me había afectado. Entonces, como un destello de luz, un recuerdo se hizo presente, quien me llevaba devuelta al jet privado.
El vino que tomé… tenía un fuerte sedante que aseguró mi inconsciencia. Pero, ¿por qué? ¿Y por qué me encontraba en una camilla de hospital? Me senté, froté mis ojos, y observé, con una ligera humedad en los párpados, las blancas paredes de la habitación que resguardaban a un loco, ¿yo tal vez? Una pequeña sensación de pánico amenazaba en apoderarse de mi cuerpo, consumiéndome, la desconfianza en el lugar me carcomía. Me acobardaba cual sujeto de pruebas fuera a desatarse, y claro, estando encerrado en una habitación blanca, sin otro mueble más que la camilla, es comprensible que ninguna persona estaría a gusto en tales circunstancias.
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Programmer Code by DefsonicWTP
RandomUn lobo, con una vida monótona y amargada, se verá involucrado en una misión para salvar el destino de su mundo. Sin otra opción, envuelto en conspiracion y misterio, mientras ese viaje lo hace revolver en su pasado, en los traumas de su niñez y el...
Chapter-2 [Unknown]
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