Después de recorrer el mercado, caminaron hacia una plaza llena de palomas.
Mich grababa todo, riéndose como nunca.
—A ver, Abra, ponte ahí —dijo—. Quiero una toma épica con las palomas.
Abraham se acercó, un poco nervioso.
Betillo se puso detrás de él.
Hollman también.
—A la de tres —dijo Mich—. Corran hacia él.
Abraham no entendió.
Ella contó:
—Una!
Dos!
Tres!
Betillo salió corriendo y abrazó a Abraham por la cintura desde atrás.
Hollman llegó un segundo después y lo abrazó por los hombros.
Las palomas salieron volando a su alrededor.
La toma quedó hermosa.
Pero Abraham solo podía sentir los brazos de ellos dos rodeándolo.
—wey, estás temblando —susurró Hollman cerca de su oído.
—Es el… el susto —mintió Abraham.
Betillo apoyó el mentón en su hombro.
—O… ¿será otra cosa?
Abraham simplemente lo miro mal
Porque no podía responder.
Mich los grababa con una sonrisa maliciosa.
—Ay no… ustedes tres dan demasiada vibración de novela romántica —dijo.
—¡Cállate, Mich! —gritaron Betillo y Hollman al mismo tiempo.
Siguieron caminando, esta vez hacia un parque enorme, lleno de árboles y artesanos.
Mono compró nieves para todos.
Y ahí fue cuando pasó.
Abraham probó su nieve. Se le derritió un poquito en los labios y se los limpió rápido.
Hollman lo miró fijamente.
—Tienes… —tienes manchado alrededor de tu boca
Abraham tocó su labio.
—¿Aquí?
—No —respondió Hollman dando un paso.
Se acercó.
Se acercó más.
Mucho más.
Y con la yema del dedo, suave, le limpió el borde del labio.
Abraham se congeló.
Literal.
Su corazón dejó de latir un microsegundo.
Betillo los vio.
Y no dijo nada.
Pero tensó la mandíbula.
Hollman bajó la mano lentamente.
—Ya —susurró—. Listo.
Abraham tragó saliva.
—G-gracias…
—De nada —respondió Hollman, mirándolo con ojos que decían muchas cosas.
Betillo soltó una risa seca.
—¿Quién te crees? ¿El prota de una telenovela?
Hollman levantó las cejas.
—¿Y qué si sí?
Betillo lo mira mal MUY mal
Para cerrar el día, fueron a un mirador alto desde donde se veía toda la ciudad iluminada.
El cielo estaba naranja y violeta.
Abraham se apoyó en la barandilla, mareado por lo bonito que era todo.
Mich y Monoo estaban tomando fotos juntos más atrás.
Y ahí, en ese momento perfecto, Betillo se paró a su izquierda.
Hollman a su derecha.
Los dos en silencio.
Casi respirando al mismo ritmo que él.
Betillo habló primero, con voz baja.
—Me gusta que estés aquí.
Hollman añadió, sin apartar la vista del horizonte:
—Sí… yo también lo pensé.
Abraham sintió un nudo enorme en la garganta.
—Yo también estoy… feliz —dijo.
—Mucho feliz —corrigió Hollman, empujándolo con el hombro suavemente.
Betillo miró a Abraham con una expresión llena de algo que no decía pero se veía.
—Oye, Abra… —murmuró—. ¿Te gustaría… que siguiéramos saliendo así? Digo… los cinco, pero también…
Él no terminó la frase.
Pero Abraham entendió.
Hollman lo miró.
Largo.
Profundo.
—A mí también me gustaría —susurró.
Abraham sintió que el aire se le llenaba de electricidad.
Betillo respiró hondo.
Hollman se pasó una mano por el pelo.
Y Abraham, temblando un poquito, dijo:
—Sí… quiero seguir saliendo así.
Los dos sonrieron.
Los tres se quedaron ahí, viendo la ciudad, sintiendo una tensión bonita, suave e inevitable.
---🫶🏼
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offline con ustedes(/^-^(^ ^*)/ ( abrahaham x betillo x hollman)
Romance------- 🫶🏼 Todo comenzó como una simple coaboracion. Al principio, solo éramos amigos... pero cada noche, cada mensaje, cada "¿siguen despiertos?" empezó a sentirse diferente. Sin darnos cuenta, las miradas se hicieron más largas, las bromas más c...
Un Día En Mexico.
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