Miraditas Disimuladas

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Apenas salieron del aeropuerto, el aire cálido de México los envolvió. Había olor a comida, ruido de autos, voces por todos lados. Pero Abraham solo era consciente de una cosa:
ellos.

Betillo caminando a su izquierda. Hollman a su derecha. Mono un poco adelante hablando con Mich. Rodeado. Acompañado. Como si hubiera caído directamente dentro de una escena que soñó demasiadas veces.

Betillo caminaba cerca —muy cerca—, como si inconscientemente quisiera asegurarse de que Abraham no se "perdiera". Cada tanto lo empujaba suave con el hombro, sin decir nada. Sólo eso. Un toque pequeño. Pero suficiente para mandarle un rayo de electricidad por todo el cuerpo.

Hollman, en cambio, lo observaba. No descaradamente… pero sí. Lo miraba cuando Abraham se distraía viendo la ciudad. O cuando hablaba con Mich. O cuando se le escapaba una risa tímida. Y cada vez que Hollman creía que nadie lo notaba, sonreía de lado.

Como si le gustara verlo ahí.

En persona.

Mich Taquito fue la primera en romper el silencio mientras caminaban a la salida del estacionamiento.

—¿Qué quieres comer? —preguntó—. Porque vamos a llevarte a un lugar donde hacen los mejores tacos del planeta.

—¿Del planeta? —preguntó Abraham.

—Del universo, si quieres —respondió Mono.

Betillo levantó las cejas. —wey, no exageres. Hay mejores tacos.

—Cállate —dijo Mich—. Tú ni comes ahí desde hace meses.

Abraham se rió, y Betillo lo miró como si le encantara escucharlo. (Amo🤭)

El carro era de la familia de Mich, pero como ella estaba adelante con su mamá, los cuatro chicos quedaron atrás.
Abraham quedó en medio.
Betillo a un lado.
Hollman al otro.

Los tres se miraron.
Fue un momento tonto, simple. Pero se sintió tan intimo

—Pues ni modo, bro, te tocó en medio —bromeó Hollman, estirando las piernas un poco.

—F —dijo Betillo, mirándolo con una sonrisa.

—Yo estoy bien aquí —respondió Abraham, bajito.

Pero su corazón estaba haciendo piruetas.

El carro arrancó y la ciudad comenzó a moverse alrededor de ellos. Abraham pegó la frente al vidrio un segundo, mirando los edificios, la gente caminando, todo tan diferente y tan vivo.

Y sin darse cuenta, suspiró.

Un suspiro pequeño, casi imperceptible.

Pero Betillo lo escuchó.
Y Hollman también.

—¿Qué fue eso? —preguntó Betillo, acercándose un poquito.

—¿Qué? —Abraham parpadeó.

—Ese suspiro, bro —dijo Hollman con una risa suave—. Parecías un protagonista de drama coreano.

Abraham se puso rojo.
Los dos lo vieron.
Los dos sonrieron.

—Es que… estoy feliz —respondió sin pensarlo.
Y luego bajó la mirada, porque la sinceridad le dio vergüenza.

Pero Betillo dejó de burlarse. Dejó de bromear.
Solo lo miró.

Y su voz, cuando habló, sonó distinta.

—También nosotros.

Hollman no dijo nada, pero apoyó su rodilla contra la de Abraham como si fuera accidental.
Pero no se movió.
La dejó ahí.
Y Abraham sintió el calor subirle por el pecho. (No lo malpiensen porfi JSJSJS)

Llegaron al lugar de los tacos. Era pequeño, con luces amarillas y mesas metálicas. Pero tenía un olor… un olor tan rico que Abraham casi se mareó del hambre.

Mono se sentó rápido.
Mich ordenó por todos.
Betillo y Hollman mantuvieron sitio a ambos lados de Abraham como guardianes silenciosos.

Cuando llegaron los tacos, Abraham dio el primer mordisco y abrió los ojos como si hubiera descubierto el fuego.

—No inventes… —murmuró.

Betillo estalló en risa.
—Te lo dije! Te lo dije!

Hollman lo miró con una ternura descarada.
—A ver, prueba este —le dijo, acercándole su taco.

—No, no, está bien…

—Ándale… pruébalo.

Y Abraham lo mordió directamente del taco que Hollman tenía en la mano.

Y Hollman lo miró como si ese gesto mínimamente normal significara mucho más.

Betillo alzó una ceja.
No dijo nada.
Pero lo vio.

Y por un segundo, los dos —Betillo y Hollman— se quedaron observándolo.
En silencio.
Como si algo se hubiera encendido sin que ninguno lo planeara.

Después de comer, salieron a caminar por la zona. Era de tarde, los locales seguían abiertos, la gente conversaba en las mesas, el aire olía a maíz y música.

—Vamos a una tienda de dulces —dijo Mich—. Tienes que probarlos.

Abraham caminaba en medio otra vez.
Pero no por casualidad.

Betillo se mantenía a su izquierda, tan cerca que sus manos se rozaban cada tanto.
Hollman caminaba a la derecha, mirándolo cada vez que Abraham decía algo.

—Ey —dijo Betillo en un momento, señalando un puesto callejero—. Esa bebida es buenísima, ¿quieres probar?

—Sí —respondió Abraham.

Betillo le compró una sin pedirle dinero.
Se lo ofreció.
Y cuando Abraham tomó el vaso, sus dedos se rozaron.
Apenas.
Pero suficiente para que Abraham inhalara rápido.

Betillo sonrió como si lo hubiera notado.

Hollman se acercó un paso.
—Yo también quiero probar —dijo, aunque claramente no le interesaba la bebida.

Y cuando Abraham le pasó el vaso, Hollman tomó justo del mismo lado donde él había bebido. (¿Beso indirecto?)

Abraham sintió cómo el corazón se le iba a la garganta.
Betillo lo notó.
Hollman también.

Y por primera vez, ninguno de los dos intentó esconder que estaban mirándolo demasiado.

Ya casi anochecía cuando regresaron todos al departamento donde Abraham iba a quedarse esos días.
Un espacio cómodo, no muy grande, pero lleno de luz cálida.

Mich entró a su cuarto para dejar cosas.
Mono se quedó tirado en el sillón.

Y cuando Abraham entró a su cuarto asignado, Betillo y Hollman lo siguieron sin que nadie lo planeara.

Abraham dejó su mochila en la cama.
Los dos se quedaron en la puerta, mirándolo.
En silencio.
Como si no quisieran irse todavía.

Betillo habló primero.

—Es raro verte aquí. O sea… no mal… sino… bonito.

Hollman agregó, más bajito:
—Muy bonito.

Abraham levantó la mirada.
Betillo tenía los ojos brillantes.
Hollman también.

Y por primera vez desde que se conocieron… los tres se miraron como si estuviera pasando algo que ninguno se atrevía a decir.

—Gracias por… todo esto —susurró Abraham.

Betillo se acercó y le apretó el hombro.
Hollman le sonrió, suave, casi vulnerable.

—Mañana será mejor —dijo Betillo.

—Mucho mejor —añadió Hollman.

Y cuando salieron del cuarto, Abraham se quedó solo…

Pero con el corazón tan lleno que parecía que iba a explotar.

-----🫶🏼

No sé que decir, pero me esforcé mucho en este capitulo, me demore 1 hora y 12 minutos bno sin nada más que decir baiii.

offline con ustedes(⁠/⁠^⁠-⁠^⁠(⁠^⁠ ⁠^⁠*⁠)/ ( abrahaham x betillo x hollman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora