• [ Capítulo: 05 ] •

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Yuyu_p21

Te encargo.

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-Esto es una mierda -Bufo Jinx incómoda, tirando ligeramente del borde de la falda del traje que Ahri le había prestado. El satén rojo, casi insultantemente brillante, se sentía como una provocación-. ¿No tienes algo más no sé... cubierto?

La pelinegra, que ya estaba perfectamente lista con un ajustado y sofisticado disfraz de... Zorro mezclado con una estrella de rock, volteó a verla. Ahí estaba Jinx, con el traje de Caperucita Roja: un corset rojo vibrante que realzaba una figura que rara vez se molestaba en mostrar, una falda con un largo que pasaba por encima de sus rodillas, la capucha atada precariamente y, lo más llamativo, unas medias de red hasta el muslo sujetas con ligueros.

Ahri soltó un grito ahogado de placer estético. La chica saltó emocionada, moviendo sus nueve colas de zorro (parte de su disfraz) con entusiasmo, y abrazó a la peli-azul con tanta fuerza que Jinx temió que se le cayera el postizo.

-¡Te ves lindísima! ¡Absolutamente espectacular! -Exclamó Ahri, con los ojos brillando, antes de correr hacia su bolso de maquillaje con ruedas, un arsenal de cosméticos digno de un estudio de cine-. Te queda muy bien. ¡El rojo es tu color! ¡Resalta esa piel pálida!

-Eso no quita el hecho de que con un giro... o, francamente, con un paso un poco largo, y me verán las bragas -gruñó Jinx, luchando por mantener el equilibrio bajo el asalto del abrazo.

Ahri rio con calma, una risa meliflua y contagiosa, mientras la brocha con primer paseaba con una suavidad profesional sobre la piel pálida de Jinx.

-Estoy segura de que alguien me lo va a agradecer hasta en mi próxima vida. Un atuendo como este es una obra de caridad pública, cariño.

-¡Ahri! -El tono de Jinx era una mezcla de reproche genuino y una exasperación que, irónicamente, la hacía verse aún más adorable.

-¡No te muevas que vas a arruinar el delineado! -Se quejó Ahri, el enfoque en sus ojos intenso. Con un movimiento rápido y dominante, tomó el mentón de Jinx con su mano libre para evitar que se siga moviendo-. En serio, Jinx, realmente todo lo que tocó lo convierto en oro. Mira esto. Eres un diamante en bruto, solo necesitabas el pulido adecuado.

-Ahri -se escuchó un tono de reclamo más bajo, el sonido de la rendición inicial ya mezclado con la inevitabilidad de la situación.

-Ya, ya... gruñona -suspiró Ahri, terminando la última capa de máscara de pestañas. Después de un leve toque de rubor color melocotón, que le daba a las mejillas pálidas de Jinx un aspecto sorprendentemente saludable, el maquillaje estaba terminado-. Et voilà! La base está puesta. Ahora, las armas finales.

Ahri se puso de pie, cruzó la alfombra persa de su habitación y de su armario (que parecía más una boutique) sacó un par de tacones negros de charol, con un tacón de aguja que desafiaba la gravedad y un diseño stiletto que parecía más una escultura que un zapato.

-Ponte esto -dijo Ahri, extendiéndolos como si ofreciera el Santo Grial.

Jinx frunció el ceño con una intensidad que podría haber derretido metal. Ella era una chica de botas de combate, de suelas gruesas y pesadas, perfectas para correr, saltar y, ocasionalmente, patear. Esto era un sacrilegio.

-Ni loca -Se quejó Jinx, cruzando los brazos sobre su pecho, cerrando la boca en una línea obstinada-. Me voy a romper el tobillo en los primeros cinco pasos. Pareceré un ciervo recién nacido.

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