Micaela Luna juró lealtad a Artemisa, odiaba las misiones y nunca había hablado con un hombre... hasta ahora.
Una profecía la obligó a viajar al Campamento Mestizo, colaborar con seres ajenos a su especie y descubrir que, tal vez, las cosas eran dif...
—¿Está diciéndome algo indecente? —preguntó hacia el rubio?
Nico aguantó una risa.
Ni siquiera se había dirigido a él.
—No, mira...
Malcolm suspiró.
—Perdón, es que ella no tiene teléfono.
—¿Eres su novio? Una disculpa.
Mica hizo una mueca que habló por ella.
—¿O un familiar? Ummm... Tengo que irme, no quería.
Lo analizó de arriba abajo, con las mejillas rojas y el cabello ligeramente despeinado por todas las veces que lo había revuelto con sus manos.
—¿Por qué sigues aquí?
Él se fue con los ojos muy abiertos.
Malcolm negó, harto de su existencia. Nico no podía contener su diversión.
—Debemos trabajar en tus habilidades sociales.
—No necesito tu opinión.
—Claro, ¿y sabes por qué? —dijo Nico con seriedad absoluta hacia Malcolm.
Él dejó caer su cabeza entre sus rodillas.
Nico continuó.
—Porque eres... —fingió un escalofrío —Un hombre.
Y entonces a Mica, sin querer, se le salió decir que Nico había llegado a una categoría más baja que esa en su lista.
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Mica no recordaba haberse ido tan lejos, solo evitar a los humanos mientras Malcolm hablaba.
La biblioteca era enorme, arquitectónicamente impresionante y Mica esperaba que lo suficientemente variada.
Observó algunos clásicos que reconoció de inmediato. Los miserables de Víctor Hugo, Las aventuras de Sherlock Holmes, Crimen y Castigo.
Sin embargo, se sorprendió buscando en la sección de humanidad.
Algo que Mica no tenía.
Tomó uno sobre Cómo pulir habilidades sociales y se sentó en silencio. Sintiéndose extrañamente en casa.
Pudo haber llorado en silencio por todas las emociones que no sabía interpretar si hubiera querido. Pero decidió abrirlo en el capítulo 1.
¿Cómo hacer amigos?
Se sintió rebelde por saltarse el prólogo.
Las primeras páginas hablaban sobre ser sociable y receptivo. Cosa que a Mica le pareció una tontería.
¿Así que tenía que sonreír como idiota aunque no estuviera de acuerdo? ¿No era eso ser conformista y pasivo? Claro que el autor era un hombre, seguramente iba dirigido para mujeres y...
No, debía concentrarse a pesar del TDAH.
Tal vez debía dejar de quejarse y callarse de una maldita vez.
Aunque eso sería darle la razón al libro.
Ella no sería la sumisa de unas hojas de papel.
—¿Mica? —habló el hijo de Atenea, apareciendo en su campo de visión.
—¿Malcolm? —respondió ella, levantándose para encontrarlo.
—¿Qué haces?
Ella tropezó con sus pasos, con el libro entre sus manos.
—Nada.
Él pareció evaluar la situación, Mica sabía que no era estúpido y que sería lo bastante introspectivo para saberlo, si no es que ya lo sabía, pero eligió no decir nada.
Y ella se dio cuenta de que su tono sonó más dudoso que ofensivo.
Maldito libro, estaba cambiándola.
—Bueno, Nico dijo que ha encontrado algo sospechoso, está en la tienda de enfrente —dijo señalando afuera.
Sin embargo, un portazo los interrumpió, las luces se apagaron de repente y a sus fosas nasales llegó un olor putrefacto.
—¿Qué fue eso?
Micaela fue en busca de su arco con prisas, con su túnica envolviéndose entre sus talones.
Malcolm llevaba una daga entre sus manos.
Y en cuanto recorrieron los estantes hasta la entrada lo vieron.
La cazadora tensó su arco, disparando a la silueta de la criatura.
Y entre las penumbras, escuchó un gimoteo y por la pared vio la imagen de la piel resquebrajarse y dividirse.
La respuesta vino a la mente de Mica, pero Malcolm la expresó en voz alta.
—Una hydra...
Mica maldijo en griego.
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Nota de autor
Hii, ladies and gentlemen, what do you think?
Espero les esté gustando la historia, me esfuerzo aunque Mica sea muy... Mica. JAJAJAJA
