—Sunoo, que bueno que llegaste, debo ir a recoger un paquete al portón. Si no es problema. ¿Crees que puedas quedarte aqui? Hay un paciente descansando y no puedo dejarlo solo, tiene estreñimiento —hice una mueca avergonzada en mi lugar bajo las sábanas. Ya me estaba arrepintiendo de la enfermedad que había elegido.
—Ah no hay problema señorita Suh, atenderé bien la enfermería —soltó una risita.
—Eres un sol, regreso en nada. Revisa que él esté bien. —y volví a sentir el sonido de la puerta, otro par de ruidos bajos, como el de una mochila que colocó sobre un mueble o algo así. Luego abrió suavemente la cortina.
—Ah estabas despierto. ¿Te sientes mejor? —en su piel de porcelana, unas mejillas rosadas le daban el toque angelical, que solo su cabello era capaz de acentuar a la perfección.
—Más o menos diría yo, aun siento malestar. — Sunoo se acercó a dónde estaba e hizo sonar con un clic el bolígrafo dispuesto a anotar en una tabla. —Nombre y apellido —preguntó suavemente.
—Park Sunghoon —contesté viendo como garabateaba en el papel.
—¿Número de identidad? —volvió a preguntar.
—Cero dos, doce, cero ocho, cuarenta y cinco... —lo miré atentamente mientras estaba concentrado en lo que hacía y esperé a que terminara para añadir los números restantes —Ochenta y cuatro, tres...
—Listo.. —sus ojos café claro, tan rasgados como los de un zorro, aunque un poco enrojecidos de llorar, eran una visión como de ensueño y simplemente se rasgaron aún más cuando una sonrisa tímida cruzó su boca. —Dime el medicamento que te proporcionaron.
—¿Eh? Ah...s...si —tartamudeé y él rió haciendo un sonido discreto —No me acuerdo del nombre —¿era obvio mi desconcierto? ¿Por qué Sunoo actuaba asi? ¿Era ese su yo verdadero o solo era otra de las tantas máscaras del internado?
—Ah no te preocupes, el recipiente estaba sobre la mesa, iré a revisar, no tardo. —se fue y con la misma volvió moviendo el bolígrafo diestramente.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? Parece que tienes mucha experiencia —intenté entablar una conversación amistosa sin que me dijera metiche o se pusiera a la defensiva.
—Inicié el curso anterior, así que supongo que estoy acostumbrado a atender casos inofensivos. —sonrió nuevamente dejando a un lado el material de trabajo por un momento—Levanta tu abrigo, voy a revisar tu panza.
—Oh, está bien... —levanté mi ropa sin problemas a lo que Sunoo muy profesionalmente palpó la zona y dio golpesitos —No te ves muy enfermo que digamos... —comentó. Yo me aclaré la garganta.
—Estoy... Muy enfermo. Me duele mucho el estómago —puse la mano sobre mi barriga y froté un poco.
—Oh ya veo, supongo que el que tiene la dolencia es el que tiene la razón... ¿No es así? —se quedó pensando por un momento y luego añadió con una voz inocente pero cargada de maldad —Sugiero un supositorio...
—¿Un qué? Una de esas cámpsulas que van en el... —entré en pánico al instante.
—¿Prefieres un suero? —bromeó.
—Mejor no... —bajé los pies de la cama y comencé a ponerme los zapatos. No había forma de que yo me pusiera un supositorio, jamás.
—Bueno —se encogió de hombros delicadamente sin borrar esa sonrisita de su rostro. Me puse de pie y caminé a la puerta, no sin antes mirarle nuevamente. —No te saltes tantas clases, o estarás en problemas a finales de semestre...¿Necesitas algo más? —yo negué con mi expresión común, pero antes de salir volví a girarme.
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Posdata
FanfictionUn retrato y unos nombres, son los únicos indicios con los que cuentan los gemelos para desentrañar el misterio que mora detrás el portón negro...
