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—Autorice la solicitud del doctor Hua Cheng para el paciente Xie Lian, de la habitación 800 —dijo, su voz más firme de lo que se sentía—. Cúbrase cualquier costo asociado. Sin límite.

Colgó antes de que pudieran responder, antes de que la lógica y la prudencia pudieran hacerle cambiar de opinión. Por primera vez en mucho tiempo, había tomado una decisión no como el director de un hospital, sino como un padre que se aferraba a una última y desesperada esperanza que otro hombre le estaba ofreciendo.

 Por primera vez en mucho tiempo, había tomado una decisión no como el director de un hospital, sino como un padre que se aferraba a una última y desesperada esperanza que otro hombre le estaba ofreciendo

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La noticia del nuevo tratamiento experimental cayó como una piedra en el estanque de la resignación de sus amigos. Shi QingXuan, que había llegado de visita con una bolsa llena de pasteles y los últimos chismes de la facultad de literatura, fue el primero en enterarse.

—¡Un nuevo tratamiento! ¡Lo sabía! —exclamó, sus ojos brillando con un optimismo desbordante que llenó la habitación—. ¡Te dije que este doctor Hua era diferente! ¡Tiene esa energía de protagonista! ¡Seguro que esta vez funciona!

Feng Xin, que estaba de pie junto a la ventana con su habitual postura de guardia, se cruzó de brazos, una arruga de preocupación marcando su frente. —Experimental... no me gusta cómo suena eso. Es un eufemismo para "no tenemos ni idea de lo que pasará". ¿Estás seguro, Xie Lian? ¿Te han explicado bien todo?

Pero fue la reacción de Mu Qing la que silenció la habitación. Se había quedado paralizado junto a la cama, con una expresión de incredulidad que rápidamente se agrió en una desconfianza afilada.

—¿Qué clase de médico serio propone un tratamiento "no aprobado"? —espetó, su voz cargada de un cinismo que había sido forjado por decepciones pasadas—. ¿Acaso te ha explicado los riesgos reales? ¿O simplemente está usando a un caso desesperado como tú para probar sus locas teorías y hacerse un nombre? Los casos incurables son la vía rápida a la fama si tienen un golpe de suerte.

—¡Mu Qing! —le reprendió Feng Xin, su tono de advertencia.

—¡No! —insistió Mu Qing, dando un paso hacia la cama, su mirada clavada en Xie Lian, una mirada que era a la vez furiosa y suplicante—. Ya te han dado falsas esperanzas antes. ¿Recuerdas el tratamiento de Suiza? ¿Y la terapia génica de Estados Unidos? ¿Cuántas veces más vas a dejar que te rompan? ¿No te das cuenta de que cada decepción te deja peor que antes? Prefiero que te resignes a que vuelvas a pasar por eso.

El optimismo de Shi QingXuan se desvaneció, reemplazado por una incómoda tensión. La preocupación de Feng Xin se convirtió en una ira contenida. Pero Xie Lian simplemente negó con la cabeza, una calma extraña, casi ajena, asentándose en él.

—Esta vez es diferente —dijo, su voz sorprendentemente firme, sin rastro de la fragilidad habitual.

—¿Por qué es diferente? —desafió Mu Qing.

—Porque él... me ha dado a elegir —respondió Xie Lian, y en esa simple frase residía todo el peso de su decisión—. No me ha prometido que funcionará. Me ha prometido que luchará. Y me ha preguntado si yo quiero luchar con él. Y mi respuesta es sí.

El silencio que siguió fue tenso, cargado de miedo, de una esperanza frágil y del peso de innumerables decepciones pasadas. Mu Qing apretó los puños, la mandíbula tensa, una batalla librándose en su interior entre su instinto protector y la dureza de sus palabras. Finalmente, sin decir nada más, se dio la vuelta y salió de la habitación con pasos rígidos.

Xie Lian siguió la figura de su amigo con la mirada, un rastro de tristeza en sus ojos. Sabía que el cinismo de Mu Qing era su forma torpe de quererlo, un escudo para protegerlo del dolor. Pero cuando su vista volvió al interior de la habitación, no se centró en el rostro preocupado de Feng Xin ni en el nerviosismo de Shi QingXuan. Miró la puerta por la que Hua Cheng había salido hacía un rato, y por primera vez en mucho, mucho tiempo, no pensó en el final.

Pensó en el principio. El principio de una apuesta a ciegas que, por alguna razón, se sentía como la única certeza que le quedaba en el mundo.


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Sisisi, capítulos seguidos porque estoy procrastinando mis trabajos pendientes AJSDHJS.

Espero que les esté gustando la historia, en este capítulo sobre todo, me quemé las neuronas escribiendo la parte sobre la investigación del Huancho, investigué mucho y me ví varios documentales en Youtube para hacerlo jsjsjs.

No olviden comentar y votar la historia, eso me da animos y saber que piensan es una buena retroalimentación ✨

Bueno, bye bye!!

˙˚ʚ ԋҽαɾƚ ƚσ ԋҽαɾƚ ɞ˚˙Where stories live. Discover now