Capitulo V: Heridas

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Al llegar a mi casa la encontré vacía y recordé que mi madre no regresaría hasta en la noche, me dirijí a mí cuarto aventé mi bolsa sin fijarme en el lugar donde pudiera haber caído y me tire a mi cama sin que me importara manchara con la comida de mi ropa

-Ésto no puede estar pasando- susurre mientras mis lágrimas brotaban sin parar y los hechos rondaban en mi mente reviviendo lo ocurrido una y otra vez.

Cuando logre tranquilizarme, me levanté y fui al baño y me mire en el espejo, mis ojos estaban hinchados, mi pelo alborotado y mi rostro manchado de comida y una voz que nunca habia escuchado en mi cabeza me dijo.

-Y así creías que ibas a encajar-

Y las lágrimas volvieron a correr y me dirijí a mi habitación, tome unos jeans, una camiseta blaca y uno de mis suéteres de color rojo

Después de tomar un largo baño, me vestí, tome mis llaves y salí para distraerme un poco.

Cuando salí, empecé a caminar sin un rumbo fijo, dejando que mis pies me llevaran a cualquier lugar, en cuanto me di cuenta mis pies me habían dirigido al parque.

"Genial"-pensé-"sólo falta que encuentre a Dylan y pregunte porque ha pasado"

Me reí de mi propio pensamiento, sólo lo he visto dos veces y ya me preocupaba lo que ese idiota pensara de mi.

Y como si mi pensamiento fuera un deseo, se cumplió. Después de unos minutos escuche a alguien corriendo hacia mi y cuando se sentó supe que era él

-Elizabeth- dijo agitado-¿que ha pasado? No te vi en el resto del día.

Suspire tratando de controlar las lágrimas que amenazaban con volver a salir.

-Nada...- dije apretando los labios- sólo me sentí mal...

-¿Segura? Te ves como si se te acabara de caer el mundo a pedazos.

-Si- dije suspirando- estoy bien.

Él suspiró y yo lo mire con una pequeña sonrisa, él me la devolvió y nos sumergimos en un incómodo silencio.

-Bueno... Me voy- dijo levantándose- ¿quieres venir?.

-¿A dónde?- pregunté.

-A mi casa- dijo sonriendo.

En ese momento sentí como me sonrojaba.

-¿T...T... Tú casa?- dije sorprendida.

-Mmmm si, si quieres claro-dijo incómodo- unos amigos vinieron y pues... No se si quisieras conocerlos.

-¡Claro!-dije tratando de ocultar mi emoción sin mucho éxito.

Cuando llegamos Dylan tocó el timbre y esperamos.

Después de unos minutos abrieron la puerta y un chico que pelo negro se sorprendió al verme.

-Mmm... Ella es...- dijo con una expresión de confusión.

-Si es ella- dijo Dylan con incomodidad.

En ese momento no tenía ni idea de que hacer, asi que lo único que pude hacer para disimular la incomodidad fue presentarme, aunque parecía que él ya me conocía...

-Soy Elizabeth- dije sonriendo

-Adam- dijo imitando el gestó

Después de una tarde bastante incómoda que consistía en ver a Dylan, Adam y otros chicos jugar videojuegos y gritarse entre ellos mientras mis ilusiones se hacían pedazos me sumergí en mis pensamientos y el tiempo voló. En cuanto me di cuenta ya no quedaba nadie a excepción de Dylan y Adam. En ese momento vi la en mi teléfono 10:30 y recuerdo que mi madre... ¡¡MI MADRE!! ella me dijo que me esperaria a las 9:00.

Me acerqué a la puerta y en cuanto la abrí escuche una voz.

-¿Ya te vas?

Me volví y le dije.

-Si, mi madre me debe estar esperando.

En cuanto atravesé la puerta, salí corriendo como si mi vida dependiera de ello.

En cuanto estuve frente mi casa suspire pensando en lo que me esperaba

Al entrar trate de cerrar silenciosamente la puerta, pero eso no sirvió de nada ya que ella estaba sentada en el sillón. Me dirijí a la cocina.

-Y ni siquiera te importa...- dijo mi madre suspirando.

-Perdón mamá estaba en el parque y se me pasó el tiempo, no me di cuenta.

-¡Hace tiempo que no te veía y me dices eso!

-Mamá, está mañana me viste, sólo fui a la escuela y estuve la tarde en el parque...

-¡Pero yo no quiero estar sola!-dijo- ¡Soy yo la que está pasando por un momento difícil!

Este sermón ya lo había escuchado varias veces, me lo sermoneaba cada vez que intentaba cuestionar la más mínima situación en la que ella se involucrara, siempre intentaba aguantarlo mordiéndome la lengua y retirándome a mi cuarto tranquilamente, pero en ese momento no lo pude soportar.

-FUISTE TÚ LA QUE TE CREASTE EL PROBLEMA, SI NO HUBIERA SIDO POR TU POCA PACIENCIA, ÉL SEGUIRÍA VIVO Y NO ESTARÍAMOS CON ÉSTO- dije y las lágrimas amenazaron por salir, no quería seguir en ésto así que me aleje corriendo a mi habitación.

Cerré la puerta de un portazo, y una sensación helada me recorrió la espalda, sentí escalofríos por todo mi cuerpo, no pude soportarlo, todo lo que había pasado recorría mi mente sentí todo ese dolor en mi cuerpo, y rompí a llorar

En un intento desesperado por deshacerme del dolor tomé una navaja que tenía guardada y sin pensarlo dos veces la pase con fuerza sobre mi brazo.

Y sentí como la presión desaparecía...

La Vida de una Chica FracasadaWhere stories live. Discover now