12. No fue un beso de amor.

12.7K 983 229
                                    

Capítulo doce: No fue un beso de amor.

Maldito mujeriego de mierda de Robert Neffet, ridículo director anticuado, estúpida guerra de comida que habían organizado Nathalia y Alice...

—¿Y qué te dijo finalmente el director, Claire? —Me preguntaron éstas cuando yo me encargaba de remover... Bien, no sé qué demonios estaba limpiando, así que me limitaré a decir "lo que sea que estuviese en el suelo", con un inútil y escuálido coleto.

Resoplé frustrada, moviendo algunos de los cabellos que se me habían soltado de la coleta y ahora caían por mi rostro.

Director inservible.

—El muy idiota me dijo que no podía agredir a mis compañeros así sin más y estuvo a punto de mandarme una curricular que debía traer con la firma de alguno de mis padres mañana, para poder entrar a clases... Pero después ustedes hicieron un desastre aquí y prefirió tener conserje gratis, en vez de un inútil papel firmado —contesté—. Por cierto, ¿por qué demonios hicieron una guerra de comida sin mí? ¡Me perdí de toda la diversión!

Ellas rieron.

—Es que nos enteramos de que le propinaste un buen puñetazo a Robert y queríamos ser las primeras en saber la primicia —respondió Alice—. Tu comportamiento me estaba pareciendo idiota cuando me contaste que habías perdonado a Robert... Pero ahora que le diste su merecido a ese come mierda me confirmas nuestro parentesco.

Solté una carcajada. Esta chica definitivamente era mi sangre.

—Alice, el rencor no le hace bien a nadie —Le aconsejé.

Ella se encogió de hombros.

—No —concordó, haciendo un pequeño gesto de asentimiento—, pero mantiene mi dignidad y orgullo intactos, lo cual, para mí, es más importante que la presencia de un lame huevos como Robert —sentenció finalmente.

Y con eso concluía que no tenía remedio intentar contradecir a mi prima. En primer lugar, porque si le haces daño, olvídate de una "próxima vez" porque te garantizo que no la tendrás. En segundo, porque era jodidamente terca. Y en tercero, pero no por ello menos importante, que era aún más cabeza dura y terca que yo.

—Bueno, bueno —intervino Nathalia, que había estado riéndose en silencio de las palabras de Alice—. ¿Y qué tal fueron esos "casi-besos" con David, picarona? —interrogó moviendo las cejas sugestivamente. Rodé los ojos—. ¡No me pongas esa cara, que me has dejado con la curiosidad!

Alice asintió enérgicamente.

—Nath tiene razón. No creas que vas a poder huir de nuestro cuestionario.

Solté un suspiro.

—Pues, fueron muy... raros, no sé. La primera vez que pasó, sentí como si sólo quisiera saber cómo sabrían sus labios, además de que el ambiente hacía todo más tentador —contesté sonrojándome ligeramente, sin levantar la mirada del suelo por donde pasaba el coleto simulando furia para que no se notase mi incomodidad—. Y la segunda vez fue un poco más... ¿extraño? Sí, fue un poco más extraño. Esta vez era como si me fuese a dar un ataque cardiaco o algo por el estilo y además estaba aún más consciente de que quería hacerlo.

Levanté la mirada justo a tiempo para ver cómo intercambiaban una mirada de complicidad.

—¿No será que estás... enamorada de David? —Se atrevió a preguntar Nathalia.

Nos quedamos en silencio mirándonos las unas a las otras... Y luego nos partimos en carcajadas.

—Buen chiste, Nathalia. Sabes muy bien que enamorarme me parece una estupidez a esta edad. Simplemente me gusta el chico, tampoco hay que llegar a esos extremos —aclaré.

Inaccesible ©Where stories live. Discover now