Entre sollozos, me dio una cachetada en el rostro y la perra albina huyó en dirección contraria a la mía. Sin importarme lo sucedido, aunque algo disgustado de la acción ejecutada por parte de ella, salí de la desarrolladora. Afuera, decidí conectar mis auriculares y escuchar música para escapar de la realidad. Tomé un rumbo distinto; tal vez sería un poco relajante caminar y recorrer la urbe. En mi andar, podía admirar cómo las personas corrían despavoridas y desesperadas en direcciones aleatorias, algunas ni siquiera enteradas, otras saqueando los negocios. Se producían accidentes viales y poco me interesó. La música le daba cierta ambientación a la escena en la que me encontraba, chocando con una realidad miserable: cómo se producían cada vez más robos en distintos negocios mientras la policía trataba de retener el orden y mostrar autoridad ante la sociedad que perdía el razonamiento, la ética y la moral. Algunos lloraban, otros gritaban; llanto, miedo, injusticias, muerte y ni siquiera me preocupaba por ello. Al menos ya faltaba poco para llegar al departamento. Mi paladar estaba deseoso de otra taza de café.
Subía las escaleras del edificio, a paso lento y despreocupado, limitándome el sentir de mis pisadas retumbar en la ausencia que me acogía y amparaba. Al llegar, no sería recibido por esa chusma insoportable. Ciertamente me intrigó, mas no iba a averiguarlo. De alguna manera era satisfactorio no encontrarme a la anciana. Abrí la puerta. Entré y la cerré detrás de mí. Luego dejé reposar lo que tenía en manos sobre la mesa, para de esta forma poder dirigirme a la cocina y preparar aquel líquido oscuro rico en cafeína. Este día al no tener muchas tareas para realizar, me decidí a comenzar un nuevo libro, tal vez explayar mi imaginación en una nueva historia sea lo mejor en este aire de paz. Acerqué mis manos a la estantería, donde se encontraba mi colección de libros. En las opciones que podía seleccionar, una cubierta llamó mi atención del resto, al ver su portada con mayor detenimiento aumentó la intriga. “¿The Dark Past?” Me dije a mí mismo, no recordaba haber adquirido o comprado esta novela y, para agregar, no contaba con un autor, determiné que se trata de un escritor anónimo quien la publicó. Me encogí de hombros, sostuve entre manos el libro. Dejé de darle vueltas al asunto y abrí las páginas leyéndolo, por mientras volví a la cocina a por el café que puse a hervir. Después de comprobar que terminara de recalentarse, vertí un poco de él en una taza negra y con ella me ubiqué en mi escritorio para continuar recorriendo las páginas del libro.
El silencio era embriagador, únicamente audible el hojeado del libro con mis garras. El tranquilo ambiente que poseía el departamento era lo que deseaba, y yo, como el único ser en la habitación acompañado de la abrumadora y ansiada soledad. Absorbiendo la satisfacción de uno inmerso en las palabras, en la trama creciente, disfrutando de la fragancia del café. En ese preciso momento, cuando la calma gobernaba, donde la nada misma me permitía disfrutar de mi respiración constante. Fue la horripilante intranquilidad que irrumpía y recorría mis arterias, amenazando con arrebatar aquel preciado momento. Primero: la corriente eléctrica se esfumó y en reacción abandoné el libro sobre la mesa del escritorio, activé todos mis sentidos ante este extraño presentimiento; mis orejas se movían como antenas, pude percibir varias pisadas fuera del departamento. Me coloqué a un lado de la entrada reposando toda mi espalda contra la pared, con total discreción. En estos momentos, desearía tener, una vez más, un arma de fuego reposando sobre mis garras.
De repente, un escuadrón de militares derrumbó la puerta. Esto no me sorprendió, pues ya me lo esperaba. Lo que impactó realmente fue la cantidad de reclutas entrar al departamento. Admití que no podría salir de esa situación, por lo que me mantuve sereno sabiendo que algún día vendrían por mí. Al parecer no les bastó con prohibirme volver a mi país. No, claro que no. A decir verdad, la justicia es algo que tampoco puedo adquirir. Todos los presentes me apuntaban con sus fusiles, ante todo, mi expresión apática no cambiaba en ningún momento; un hombre se acercó a la escena, supuse que era el líder del grupo, aunque tampoco me importó.
—Finalmente lo encontramos. —soltó sin más el mayor. —Dejen de apuntarlo, él vendrá con nosotros. Equipen sus cosas que en diez minutos partimos. —Ordenó al escuadrón, sin dejar de reposar la vista en mí.
Ahora era… ¿secuestrado? No estoy seguro, el tema ahora era que los reclutas se encontraban recogiendo mis pertenencias. Bueno, al menos recordé ordenar un poco el día anterior. Mi percepción del momento apuntaba a que sería trasladado hacia una celda en alguna penitenciaría de Madrid, o eso pensaba. Un dúo de hombres me escoltó de manera forzada al exterior del edificio, donde me subirían a un vehículo que resaltaba en un negro profundo. Fui ubicado en el asiento central de pasajeros y, a ambos lados de mi persona, se ubicaron otro par de sujetos de la milicia, lo que me impediría escapar de algún modo de esa situación. Esto únicamente incrementaba mis dudas, considerando posibles consecuencias de todo esto. Al paso de unos minutos, me trasladarían hacia un aeropuerto donde abordaría un avión privado de tonalidades azules y blancos, esto solo hacia ver la situación aún más inentendible para mi punto de vista.
Dentro del avión, me instalarían en uno de los asientos frente a un hombre de traje azul marino y de barbilla. ¿Por qué me secuestraron? ¿Hacia dónde me llevan? ¿Por qué rayos lleva zapatos rojos este hombre? Eran algunas preguntas del momento que rondaban en mi mente. Pero, con la misma velocidad que aparecieron se esfumaron. Dejé de pensar en supuestas respuestas cuando el sujeto comenzó a dirigirme la palabra.
—¿Desea algo de tomar? —Reposó su codo en el apoyabrazos y su cara en su mano, doblegando su pierna sobre la otra.
—No. —Negué manteniendo la incertidumbre reflejada en mi cara.
—Por favor, no le cobraremos. ¡Francis!
—¿Sí señor? —Decía un mozo apareciendo repentinamente al lado del hombre de azul.
—Oh, aquí estas, no te vi. Bien, danos unas copas de vino tinto.
—¿En copas de cristal señor? —Sugirió sin movimientos particulares.
—¿Existe otra forma de tomar vino?
El hombre de traje a su lado se alejó de nosotros, yo aún me mantenía alerta y sombrío, ya era muy rara la situación como para estar calmado y disfrutar de un vino, como si fuera a estar en un viaje de negocios deleitándome del éxito de mi empresa. Había algo extraño en esto y debería averiguarlo.
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Programmer Code by DefsonicWTP
RandomUn lobo, con una vida monótona y amargada, se verá involucrado en una misión para salvar el destino de su mundo. Sin otra opción, envuelto en conspiracion y misterio, mientras ese viaje lo hace revolver en su pasado, en los traumas de su niñez y el...
Chapter-1 [Kidnapping]
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