Motivo

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(Abril, dimensión humana)

Al fin en casa. Abril no podía pensar en nada más que no fuera recostarse en su cama y soñar durante un largo rato, ansiaba poder regresar a esas pesadillas. Era verdad, extrañaba a esas criaturas que aparecían en sus sueños, pero una duda la invadía ¿Eran sueños o recuerdos?

Miró a su alrededor, no había sido solo su imaginación, estaba justo frente a la puerta de su casa, estaba en la dimensión humana.

Estiró su mano para tomar la perilla, temiendo que en cualquier momento pudiera desaparecer, pero no fue así, en su piel sintió el frío metal. Era algo real.

Un fuerte viento sopló, agitando las ramas de los pocos árboles que había alrededor. Abril tuvo ese presentimiento de que alguien la vigilaba, sintió a alguien respirar sobre su cuello, volteó en seguida, casi al instante, el suelo desapareció, y ella comenzó a caer en un túnel repleto de oscuridad y un pútrido aroma.

***

(Jess)

Cuando despertó, se encontró recostada sobre unos arbustos, sentía el dolor de algunas heridas en su rostro, encontró un poco de sangre manchando su mano. Cuando levantó la mirada se encontró con una hilera de casas, todas color beige, con tejados cafés y puertas blancas.

Era de noche, silencio alrededor.

Jess se levantó con un poco de dificultad, pero podía caminar perfectamente. Tomó un periódico que encontró tirado cerca de donde se encontraba. Al ver la fecha, dio un paso atrás, soltando el papel y mirando a su alrededor.

Miró la casa que se encontraba cruzando la calle, la única que tenía las luces todavía encendidas.

Una mujer salió corriendo por la puerta, tropezando con los escalones y cayendo al suelo, sosteniendo entre sus brazos un pequeño osito de peluche color blanco. A verla un poco más, Jess cayó en la cuenta de que esa mujer era Anastasia.

Anastasia se levantó con calma, sonriendo y mirando a ese muñeco entre sus manos.

Solo pasaron segundos, cuando el humo se vio a través de las ventanas, Anastasia volteó hacia su casa, dejando escapar una sonora risa, dejó caer sus brazos sin soltar el oso, las llamas comenzaron a deslumbrar, poco a poco se fue viendo con más intensidad el fuego.

Jess solo miraba, atónita. Levantó la vista, la Abril de tres años miraba por la ventana del segundo piso, atrás de ella, se veía que el fuego crecía.

Abril miró a su madre frente a la casa, luego hacia ambos lados de la calle, finalmente se encontró con la mirada de Jess. Y sonrió. Una sonrisa tranquila. Abril cerró la cortina, sin intenciones de querer escapar, pero sintiendo miedo.

Unos pasos se escucharon a lo lejos, los cuales se fueron haciendo más y más constantes. El fuego creció, ya era incontrolable.

El hombre rubio que Jess había visto en uno de sus viajes anteriores se hizo presente.

Él corría hacia Anastasia.

-¡¿Pero qué crees que haces?!- preguntó Daniel, dejando caer su portafolio y poniéndose en frente de Anastasia -¡¿Dónde está Abril?!- preguntó él, con la voz temblando y la cara enfurecida.

Anastasia solo rio, mostrando una felicidad infinita, abrazando al oso de peluche.

-¡Pero si es tu hija!- gritó él, al ver que no lograría nada, corrió hacia la puerta, introduciéndose en la casa.

Anastasia estrujó con más fuerza al peluche, ocultado su cara en el rostro del mismo.

-Ya no- susurró ella.

El demonio de ojos Azules. [Crónicas de Abril #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora