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El sol apenas comenzaba a asomar entre las nubes cuando salimos a la vieja cancha tras el refugio en el que Nicho se quedaba. Era un terreno de concreto agrietado, con marcas de antiguos partidos y una reja oxidada que apenas se sostenía. No era mucho, pero servía.

—Bueno, aquí es donde vas a convertirte en toda una guerrera —dijo Taki, estirando los brazos como si estuviera en una película de acción barata.

—Sí claro —bufó Nicho, recargado en una de las columnas—. Esto será interesante de ver. Solo espero que no termines volando por los aires.

—Gracias por la motivación —le respondí con sarcasmo.

—Confía en mí —intervino Taki, poniéndose en posición—. No te haremos daño. Solo veremos qué tanto puedes hacer por ahora. Si no sabes usar tus poderes, lo primero que tienes que aprender es a sentirlos.

—¿Sentirlos? ¿Cómo hago eso exactamente?

—Deja de pensar —dijo Nicho, más serio ahora—. Si la sangre dentro de ti es especial, entonces fluye con una energía distinta. Cierra los ojos. Respira. Y concéntrate en lo que está en tu interior. No en lo que piensas que deberías hacer... sino en lo que tu cuerpo te dice.

Obedecí. Cerré los ojos y respiré profundo. Por un instante, todo fue silencio. El viento soplaba suavemente, y podía oír el murmullo de las hojas secas deslizándose por el suelo. Entonces, lo sentí. Una especie de calor suave recorriendo mis manos, como si algo intentara despertar desde muy adentro.

Abrí los ojos. Mis dedos brillaban ligeramente, como si una luz tenue se encendiera bajo la piel. Me sobresalté.

—¿Eso fue...? —empecé a decir.

—¡Eso fue real! —exclamó Taki, acercándose con los ojos brillando de emoción—. ¡Lo estás haciendo, Sumin! ¡Eso es energía viva!

—Wow... pensé que era solo un mito eso de que el poder se "manifiesta", pero lo estás haciendo —añadió Nicho, claramente impresionado aunque intentaba disimularlo.

—Ahora inténtalo con movimiento —dijo Taki, retrocediendo y poniéndose en guardia—. Atácame. Sin miedo.

—¿Qué? ¿Y si te lastimo?

—No me vas a lastimar. Tú solo confía en lo que llevas dentro. Yo puedo esquivar cualquier cosa, ¿recuerdas?

Tragué saliva. Di un paso al frente. Luego otro. Y entonces corrí hacia él. No era una carrera elegante, ni mi golpe el más certero, pero en el instante en que mi brazo se movió hacia su pecho, una ráfaga de energía se disparó como un latido de luz dorada.

Taki apenas alcanzó a esquivar.

—¡Whoa! ¡Eso sí que estuvo cerca! —gritó, riendo mientras daba una voltereta hacia atrás—. ¡Eso fue genial!

Me quedé quieta, respirando agitadamente, con la adrenalina palpitando en mi pecho. Mis manos seguían brillando levemente.

—Eso fue... intenso.

—Y peligroso —murmuró Nicho, que ahora me observaba con atención—. Vas a tener que aprender a controlar eso. Si haces eso en medio de una batalla real sin saber cómo detenerlo, podrías herir a alguien que no quieres lastimar.

—Entonces enséñenme —respondí, con la mirada firme—. No voy a ser una carga para nadie. No cuando tengo que salvarlos a todos.

Por primera vez, Nicho me sonrió con sinceridad.

—Está bien. Empecemos en serio.

Taki alzó los puños de nuevo.

—Prepárate, Sumin. Esto no fue nada... ahora viene lo difícil.

El entrenamiento apenas comenzaba. Y aunque mi cuerpo dolería después, mi espíritu se sentía más fuerte que nunca. Estaba lista para lo que viniera.

VAMPIRESWhere stories live. Discover now