Mary se quitó los zapatos y suspiró.

—Hoy fue increíble... nunca imaginé algo así.

Jake se acercó por detrás y deslizó sus brazos alrededor de su cintura, apoyando el rostro en su cuello.

—Quería que fuera especial... porque tú eres especial.

Mary cerró los ojos, disfrutando la calidez de su abrazo. Su corazón latía más rápido cuando Jake le dejó un beso suave en la piel, justo debajo de la oreja.

—Jake... —susurró ella, girándose para mirarlo.

Él le acarició la mejilla con el pulgar y la observó con intensidad

—Antes de que pase lo que creo que va a pasar... quiero preguntarte algo.

Mary entrecerró los ojos, intrigada.

—¿Qué cosa?

Jake tomó su mano y la llevó a su pecho, justo donde su corazón latía con fuerza.

—¿Quieres ser mi novia?

Mary sintió que el aire le faltaba por un momento.

Lo miró fijamente, como si quisiera asegurarse de que era real. Jake, el chico que alguna vez solo fue su ídolo, ahora le pedía ser algo más.

—Sí —susurró, con una sonrisa—. Quiero ser tu novia.

Jake sonrió y la besó con intensidad, como si hubiera esperado ese momento por mucho tiempo. Sus labios se movieron con urgencia, con necesidad, y Mary se dejó llevar.

Los besos se volvieron más profundos, más desesperados. Jake la alzó en brazos sin esfuerzo y ella enredó sus piernas alrededor de su cintura.

Entre risas, la llevó hasta su habitación, sin soltarla ni un segundo.

La ropa cayó al suelo poco a poco, y la habitación se llenó de susurros y caricias. Cada roce de sus pieles era fuego, cada beso una promesa silenciosa.

Jake la miró a los ojos antes de seguir.

—Si en algún momento quieres que pare... solo dime.

Mary lo acarició con ternura y negó con la cabeza.

—No quiero que pares.

Esa noche, entre susurros y besos, Mary y Jake se entregaron el uno al otro, sellando lo que ya era inevitable.

Y en medio de la oscuridad, entre las sábanas y la calidez de sus cuerpos, Mary supo que no había lugar en el mundo en el que quisiera estar más que ahí, con él.

....................................

A la mañana siguiente...

Jake despertó con el cuerpo relajado y una sensación de calidez todavía aferrada a su piel.

La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación con un resplandor dorado. Sonrió para sí mismo, recordando la noche anterior: la forma en que Mary se entregó a él sin reservas, la manera en que su nombre sonó en sus labios, como si le perteneciera.

Alargó la mano en la cama, buscando su calor, pero solo encontró sábanas frías.

Frunció el ceño y abrió los ojos.

Mary no estaba ahí.

Se sentó, restregándose el rostro con una mano antes de escuchar un sonido proveniente de la cocina.

Y entonces la escuchó.

Su voz flotaba en el aire, suave y envolvente, cantando She de Harry Styles.

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