—Vamos a cenar con tu familia —dijo él casualmente cuando pasó a buscarla.

Mary no dudó.

Cuando llegaron, la casa estaba oscura.

—¿Seguro que están aquí? —preguntó Mary.

—Claro, entra.

Cuando abrió la puerta...

—¡SORPRESA!

Mary se quedó sin palabras. Toda su familia, sus amigos y hasta algunos fans cercanos de Jake estaban ahí. La decoración era hermosa, y la música sonaba de fondo.

—¡Feliz cumpleaños, Mary! —dijeron todos.

Mary se tapó la boca con las manos, sorprendida y con los ojos brillosos.

—¡No puedo creerlo!

Stefi fue la primera en abrazarla.

—¡Te engañamos bien!

—Sí, definitivamente —dijo Mary riendo, abrazando a todos.

Jake la tomó de la mano y la llevó al centro del patio.

—¿Te gusta la sorpresa?

—¡Me encanta! No sé cómo hicieron para que no sospechara nada.

Jake le acarició la mejilla.

—Bueno... aún hay más.

—¿Más?

Jake la llevó hacia el escenario.

—Señoras y señores, esta noche estrenamos una canción muy especial. Y quiero que la persona que me inspiró a escribirla la cante conmigo.

Mary lo miró con los ojos abiertos.

—¿Yo?

—Sí, tú. ¿Me harías el honor?

Ella sintió un nudo en la garganta, pero luego sonrió y tomó el micrófono.

—Siempre.

Las primeras notas de "Conectar con una mirada" comenzaron a sonar, y la magia llenó el aire.

Jake y Mary se miraron mientras cantaban, sintiendo cómo todo a su alrededor desaparecía.

Al final de la canción, en medio de los aplausos, Jake la miró a los ojos y, sin pensarlo, la besó.

Todos gritaron y aplaudieron aún más fuerte.

Mary, entre risas y emoción, lo abrazó con fuerza.

—Este es el mejor cumpleaños de mi vida.

Jake sonrió.

—Y apenas estamos empezando...

..............................

Después de la fiesta...

Cuando la celebración terminó y todos se fueron a sus casas, Jake y Mary se despidieron de su familia con sonrisas cómplices. Pero en cuanto subieron al auto de Jake y él tomó su mano, el ambiente cambió.

No hacía falta decirlo en voz alta. Ambos lo sentían.

El trayecto hasta el departamento de Jake fue silencioso, pero no incómodo. Él le acariciaba los dedos con suavidad mientras conducía, y Mary no podía evitar sonreír cada vez que lo miraba.

Al llegar, Jake le abrió la puerta y la dejó pasar primero. El departamento estaba oscuro, iluminado solo por las luces de la ciudad que entraban por los ventanales.

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