𝙴𝚛𝚎𝚜 𝚖𝚒 𝙲𝚒𝚎𝚕𝚘 𝙸𝚗𝚏𝚎𝚛𝚗𝚊𝚕 || RadioApple [TERMINADA]

𝙳𝚒𝚜𝚌𝚞𝚜𝚒𝚘𝚗 𝚜𝚒𝚗 𝚊𝚟𝚒𝚜𝚘

—Intentaron asesinar a alguien de la realeza con armas angelicales.

Lucifer lo asimiló por un segundo antes de llevarse, casi por instinto, una mano al vientre.

—¿Y qué pasó? ¿Lo condenaron?

—Bueno... algo así.

—¿Algo así? —Lucifer frunció el ceño.

Alastor lo pensó. El espectáculo que había montado aquel Goetia lo había hecho reflexionar por un momento sobre su propio destino... pero no iba a cambiar. No después de todo lo que había planeado. Ya tenía su objetivo y no iba a desviarse.

—Digamos que salió bien —respondió finalmente. Luego, se puso de pie y lo miró fijamente—. Eso es todo. No quiero hablar más del tema.

Y con eso, el Demonio de la Radio se marchó.

Lucifer se quedó allí, confundido. ¿Desde cuándo Alastor se comportaba de esa manera? Pero luego lo pensó mejor. Intentaron matar a alguien de la realeza con armas angelicales... tenía sentido. Después de todo, en la última batalla habían derrotado a los Exorcistas con sus propias armas. Y no era la primera vez que alguien intentaba algo así.

Soltó un suspiro.

¿Podría ser que Alastor... se preocupó por su bienestar?

Si era así, al menos debería decirlo.

Pensó en dos lugares donde podría estar: su habitación o la estación de radio. Fue primero a su cuarto, pero estaba vacío. Así que se dirigió a la estación de radio. Antes de entrar, escuchó voces dentro.

—No debería complicarme más... es solo que... si él muere, ¿qué haré?

Lucifer entrecerró los ojos. Era la voz de Alastor.

—Al... —dijo Husk con su tono rasposo.

—No quiero que muera... pero tampoco quiero que siga vivo —murmuró Alastor—. Y encima... va a tener un bebé mío y...

—Amigo, escucha —suspiró Husk—. Si quieres que esto funcione, solo déjate llevar. No le pasará nada.

—¿Quién puede asegurarme eso?! —Alastor levantó la voz.

—Eres uno de los Overlords más fuertes —dijo Husk con calma—. Él es un ángel caído. Nada puede pasarle.

—Sí, pero te recuerdo que no obtuve mi poder así como así... —Alastor lo miró con seriedad.

—Tiene un costo, ya lo sé... pero a este paso, no podrás obtenerlo...

—Solo necesito...

—Alastor.

La voz de Lucifer hizo que ambos se giraran.

Lucifer entró con tranquilidad, pero sus ojos reflejaban cierta duda.

—Lu, cariño —respondió Alastor con su sonrisa habitual—. ¿Qué sucede?

Lucifer titubeó un segundo.

—Yo... amm... quería pasar tiempo contigo.

Alastor entrecerró los ojos con curiosidad.

—¿Es por algo en especial?

—No —respondió Lucifer, desviando la mirada. Luego notó a Husk—. Pero veo que interrumpo algo.

—No, no —intervino el felino, encogiéndose de hombros—. Nosotros solo hablábamos de trabajo.

Lucifer observó a Alastor con detenimiento. Ese demonio... siempre ocultaba algo. Pero ahora, por primera vez en mucho tiempo, parecía verdaderamente en conflicto.