Apenas salió de la habitación, se abalanzó a Romina quién seguía parada, apoyada en una pared. Ella le recibió el abrazo, y Alma pudo soltar un sollozo en el hombro de ella.

---- Ya despertó. Está bien, Pedro está bien. ---- hablo desde su niña interior.

Nadie se imaginaria que alguien pudiera fortalecer una relación con sus empleados, pero Alma si. Ellos habían estado durante toda su vida con ella, y hasta eran más presentes que sus padres cuando tenían que salir a trabajar.

Y siguen siendo más presentes que el propio Juez.

---- Viste, Almita. ---- le respondió ella, sobando su espalda. ---- Nosotras sabíamos que iba a estar bien. ---- exclamo, dejando la preocupación a un lado.

Los pasos de Greta resonaron en el pasillo, llegando hacia ellas; ---- ¿Que paso?.

La rubia se separó del abrazo, limpiándose su cara para dejar de llorar, y la miro; ---- Ya se levantó.

---- ¡Viste!. Había que tener paciencia, Alma. ---- exclamo con emoción. Otra que sabía lo importante que eran ellos para ella, era Greta. ---- Ya pasó lo peor, ya se levantó.

La de fleco abrió sus brazos para abrazar a su amiga en silencio, mientras escucharon a Romina decir que iba por un doctor.

Cuando se separaron, Alma vio como se iba Cristian por la entrada, no tardó mucho en decidirse, y fue caminando detrás de él.

No era precisamente el momento de hablar sobre su nueva relación como amigos de nuevo, pero a Alma le urgía que quedara todo más que claro de una vez. Lo quería a pesar de todo, y le seguía importando como amigo.

Alma comenzó a llamarlo por su nombre, pero no pudo ser escuchada por qué él llevaba auriculares, entrando a su auto, y cuando quiso seguir, se chocó con alguien de frente.

---- Uy, discúlpame. ---- dijo cuando vio como habían caído unas gafas de sol al suelo.

---- Fresca, no pasa nada, muchacha.

Una voz masculina, y con acento que ella ya sabía, debido a la tonada de voz de su novio, ahora prometido, hizo que dejara de mirar los anteojos, y voltear a ver al dueño de esa voz.

Alma se encontró con unos ojos oscuros y profundos, pero también con una chispa de diversión en ellos. El hombre frente a ella le sonreía con aire despreocupado, inclinándose para alzar las gafas que habían caído al suelo.

Era casi de su misma estatura, de complexión atlética, y con una presencia que se imponia. Tenía puesto una musculosa gris que dejaba ver sus brazos trabajados, y pantalones de jean. Su cabello era oscuro, que estaba ligeramente despeinado como si lo hiciera apropósito, y sus labios formando una sonrisa ladeada con picardía y confiado.

---- ¿No sé rayaron?. ---- pregunto Alma.

---- No, tranquila.

La rubia parpadeo unas veces, por qué había algo en el que le resultaba familiar, además del acento.

---- No todos los días uno tiene la suerte de chocar con alguien así.

Alma frunció su ceño; ---- Bueno, que tengas un buen día entonces. ---- respondió con rapidez, con ninguna intención de quedarse a conversar.

Ella giro sobre sus talones para volver hacia adentro, ya que Cristian ya se había ido, pero el volvió a hablar.

---- Espere. ---- dijo con un tono divertido. ---- Todavía no me dijo su nombre.

La rubia freno por un segundo, y lo miró por encima del hombro, tenía cosas más importantes que quedarse ahí hablando.

---- ¿Y por qué tendría que decírtelo?.

𝖲𝗂𝗇𝖽𝗋𝗈𝗆𝖾 𝖽𝖾 𝖤𝗌𝗍𝗈𝖼𝗈𝗅𝗆𝗈 - 𝖩𝖺𝗆𝖾𝗌 (𝖢𝗈𝗅𝗈𝗆𝖻𝗂𝖺)Where stories live. Discover now