Chess game ─── caesar a. sergeyve

𝒙𝒙𝒊𝒗. the beast

❛ CAPÍTULO VEINTICUATRO ❜
la bestia

─── Sigue sin haber respuesta de Paulette. ───responde Leewon dejando caer su cuerpo sobre el respaldo de la silla en la que estaba sentado.

Mikhail observa a su hijo por el reflejo de la ventana. Se había mantenido callado cuando el pelinegro volvió a tomar su teléfono, marcando el número de su hermana una vez más. Observó los copos de nieve caer como si fueran lo más interesante del mundo. Como si su hija embarazado no estuviera desaparecida desde hace una semana y media.

Su mano apretó su muñeca derecha con discreción, volteando hacia su fiel acompañante, quien asintió saliendo de su oficina en completo silencio.

─── ¿Qué fue lo último que te dijo?

─── Ya no recuerdo. ───Leewon soba su cien con frustración───. Nunca me dijo a dónde planeaba ir.

─── ¿A Corea, tal vez? ───Lomonosov se sienta en la silla de piel, observando la fotografía de Paulette que descansaba sobre su escritorio.

El menor niega ante sus palabras, chasqueando la lengua con molestia. Sabía en dónde podía encontrar a su hermana, sabe que su padre también lo sabes sin embargo, ahora siendo oficialmente un miembro de la organización enemiga de Sergeyev, no se podía dar el lujo de simplemente pisar el territorio contrario y demandar con saber el paradero de su hermana.

Y por esa misma razón, decidieron contratar a un experto.

─── Escuché que me buscaba. ───el francotirador de cabellos anaranjados apreció en las puertas.

─── Eres Leonid. El que hace todo por dinero, ¿o me equivoco? ───Mikhail se levanta de su silla.

─── Por supuesto que no. ───murmura Leewon entre dientes.

Él había estado en contra de llamar a ese tipo, pero su padre insistió que era el mejor en su trabajo, y sumando que su cantidad de dinero era limitada... Tenían una buena combinación.

─── Necesito que encuentres a alguien. ───con dos de sus dedos palmea la fotografía de la mujer sobre el escritorio───. Es mi hija. Desapareció hace más de una semana.

El hombre la reconoció con facilidad, pero gracias a la mirada que le lanzó Leewon, supo que no debía de comentar nada de lo que ocurrió a las afueras de la ciudad. Aún así, sus ojos se abrieron con sorpresa al enterarse del linaje familiar.

─── Tengo un testigo que asegura haber visto a un hombre llevarse a mi hija. El sucesor de Sergeyev.

─── ¿El zar secuestró a la zarina? ───su tono agridulce le hizo saber al abogado que se estaba burlando de los hechos.

─── No se ha tenido contacto con el zar desde el mismo día que la zarina despareció. No creo que sea mera coincidencia o hayan decidido huir juntos, ya que la organización Sergeyev sigue en orden. ───responde Leewon cruzando los brazos sobre su pecho.

─── Además, tan pronto como te topes con Sergeyev, quiero que te deshagas de él...

[ . . . ]

una semana antes.

Un pitido fue lo primero en escuchar al momento de recuperar su conciencia. Le tomó tiempo en acostumbrarse a la luz que la rodeaba.

Suelta un quejido por lo bajo, removiéndose incómodamente sobre su lugar ───sudoroso───. Inhaló como si no hubiera respetado desde hace horas, un aroma reconocible llegó a sus cosas nasales.