𝒙𝒙𝒊𝒊𝒊. family problems

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CAPÍTULO VEINTITRES
problemas familiares










─── ¿Lomonosov recibió un disparo? ───pregunta Caesar con, increíblemente, voz temblorosa. Yuri asiente con la mirada sobre el suelo.

─── Se dice que fue un ataque en la calle. ───murmura el pelinegro alzando la cabeza.

El rubio se rasca la barbilla, pensativo───. Con el panorama actual, nosotros parecemos los culpables.

El rubio se mantuvo callado por unos segundos, mirando a la nada mientras pensaba en lo que Yuri le había dicho. Tendría que decirle a Paulette, pero no la había visto desde el desayuno que ambos compartieron.

Su vista fue hacia el reloj que colgaba en la pared. Eran cerca de las cuatro de la tarde.

─── Yuri. ───el nombrado tensa sus hombros───. ¿En dónde está la zarina?

El masculino traga saliva de manera pesada, desviando la mirada de su jefe por un breve instante. Si le mentía o no, estaría rompiendo su palabra con cualquiera de los dos Sergeyve, pero en esos momentos prefería salvar su pellejo de Caesar que de Paulette ───quien claramente no se encontraba en la residencia───.

─── La zarina... ───suelta un carraspeo───... Estaba con el señor Lomonosov al momento del ataque.

Silencio.

No hubo más que silencio por minutos, de esos silencios que te ahogan lentamente en la desesperación de no tener una respuesta rápida.

─── ¿Qué es lo que acabas de decir?

[ . . . ]

Uno de los guardaespaldas de la mujer abrió la puerta de la limosina, tendiendo su mano hacia la mujer dentro del auto, quien la aceptó gustosa bajando con cuidado de no tropezar.

Algunas personas dirigieron sus miradas a la escena, extrañadas de ver algo como eso en una de las calles poco transcurridas de Rusia ───la cual en esos momentos, se había vuelto famosa gracias a la galería de arte temporal───.

Paulette acomodó mejor el abrigo alrededor de su cuerpo al sentir una ráfaga de aire fresco. Unos cuantos copos de nueve caían del cielo.

Observó el hermoso edificio frente a ella. La estructura era lisa y de colores fríos, perfectos para el ambiente en el que se encontraba su país. Sin embargo, sabiendo que las dos personas que menos quería ver en esos momentos estaban dentro, le quitaba todo el encanto.

Suelta un suspiro acariciando el vientre de cinco meses que cargaba consigo.

Tal vez estaba arriesgando la integridad de ambos al haber aceptado, ya que a pesar de que Lomonosov decía ser su padre, nada le aseguraba que no lo viera como un punto débil de su organización.

Que al final vaya que lo era.

─── Alexei. ───un movimiento de mano bastó para que el jefe de los guardaespaldas se acercara a sus espaldas. Se inclino un poco sobre el hombro de Paulette───. No sé queden detrás de mi como perros, quiero que se mezclen entre la gente, ¿entiendes?

El castaño asiente con la cabeza───. Si zarina.

Le hace una seña al resto de los hombres, quien asienten adentrándose al edificio por separado. Los que traían lentes oscuros los guardan en sus bolsillos y algunos se quitan el saco negro que los caracterizaba para pasar más desapercibidos entre la gente.

Alexei se quedó unos metros atrás de ella.

Paulette inhaló profundamente antes de comenzar a caminar hacia la entrada del edificio, intentando mantener un ritmo cardíaco estable para el bien de ambos.

Chess game ─── caesar a. sergeyveOnde histórias criam vida. Descubra agora