Capítulo Quince.

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¡Puesto 58 in accion! ¡Son geniales!

Los veo y disfruten el cap ;)

**********

Tengo mucho tiempo pensando en todo lo que me había dicho ese señor. Horas, creo yo. Estoy perdida en mis pensamientos cuando la puerta se abre violentamente.

Me toman del brazo y me jalan bruscamente.

—¿A dónde vamos?—pregunto.

—A otro sitio, al parecer alguien nos descubrió.

Un calor inunda mi pecho, ellos me están buscando, están cerca, eso me pone alerta, más de lo normal.

Me siguen jalando hasta que atan mis manos y mis ojos los vendan, el miedo comienza a inundarme. Ponen un pañuelo en mi nariz, y vuelvo a perderme. La oscuridad me consume.

O tal vez el infierno.

[***]

Despierto en una habitación en mejor estado que la anterior. Sus paredes son de un color crema pero se ven sucias, el colchón es azul, parece nuevo, ahora al menos tengo una ventana por donde se filtran rayos de luz. Logro escuchar un sonido, pero no logro muy bien descifrar qué es.

Abren la puerta de golpe.

—Tú.

El señor elegante de la vez pasada me visita, solo lo veo. Parece furioso pero levemente exitado.

—Kylan dio un gran paso, lo que no sabe es que eso repercute en ti. Prepárate, porque aún no conoces el infierno.

Un escalofrió me consume, y él sale de la habitación. No hay un cartel, pero si lo hubiera claramente diría:

"Bienvenida al infierno".

[...]

Estoy temerosa, el corazón me late al mil, un par de horas han pasado desde la amenaza y afuera el cielo se ve oscuro. La puerta se abre exaltandome y mi cuerpo se pone rígido, el miedo me embarga.

Entran cuatro chicos, el moreno no está. Se les ve borrachos, están fumando. Ninguno dice nada, se acercan y me desnudan, sin más, con manos rápidas, estoy a su vista. Me acuestan aunque pongo oposición y me amarran, ríen entre sí y balbucean cosas que no se entenden. Lagrimas comienzan a caer de mis ojos, el pecho se siente caliente con ardor. La impotencia me embarga y grandes sollozos escapan de mi garganta.

—Suéltenme—suplico, a este punto el orgullo no es una opción—no me hagan daño—sigo sollozando—, por favor.

Ellos ríen, como si nunca hubiese hablado. Se desnudan frente a mí, los cuatro totalmente desnudos. Siguen bebiendo. El rubio se posiciona encima mío, apenas lo puedl ver con las lagrima empañando mis ojos.

—Suéltame—lloro.

—Tranquilaaa, loo desfrutaraas— arrastra las palabras.

Sin decir más se hunde de una manera demasiado brusca en mí. Sigue penetrándome mientras sus amigos lo incitan a hacerlo. Lloro como nunca, me arde la garganta de gritar y los ojos me queman, pero nada se compara con el ardor de mi entrepierna, demasiado lastimada.

—Para por favor, detente—grito entre sollozos.

El frunce su ceño y cala de su cigarrillo. Observa el cigarro con diversión y me ve a mí, lo siguiente que sucede es el cigarrillo quemando mis pechos. Grito como histérica, me están quemando. Ellos disfrutan verme gritar y él deja unas ocho marcas en mi pechos al menos. El siguiente en posicionarse es un pelirrojo, seguido del castaño, y el otro rubio. Todos repitiendo el mismo proceso, penetrándome con brusquedad y quemando mis pechos, apagando sus cigarrillos en mi piel sin compasión.

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