Capítulo Siete.

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¡#188 en acción! :( estaba en el 141 :(( Gracias por eso, espero poder estar entre los 100.

Las amo. Un beso.

Mis paredes están totalmente pintadas de blanco, uno de los mejores colores que puede existir. Pero no es el color adecuado para una pared. Veo la pared tratando de que esta me hable y me diga qué pintar en ella.

Adivinen. No me responde.

El mar es algo lindo por pintar, pero si subo a la terraza de mi casa lo puedo observar sin ninguna interrupción.

Entonces, ¿Qué pinto?

Kenth entra a mi habitación.

—¿Qué haces?

—Trato de pintar algo, pero no sé qué.
—Pinta una chica desnuda.

—¿He?

—¿Un chico?

—¿Serías mi modelo?

—Oh, no. Tengo mucho que hacer, hermana, no puedo ser tu modelo.

Sale de mi habitación. Él no puede porque está ocupado, pero entonces ¿Quién?

—Annette te manda esto—dice Kylan entrando a mi habitación.

Veo lo que trae, galletas, un vaso de jugo y algunas pastillas.

—Déjalo en la mesita.

Él lo hace y observa la pared.

—¿Qué va a pintar?—otra vez con el "usted".

—No lo sé.

Tengo que conseguir un modelo, si pudiera pintaría al sexy doctor pero él está muy ocupado. Necesito alguien a mi disposición.

¡Bingo!

A veces soy muy lenta.

—Kylan, necesito de tu ayuda—sonrío.

—No me gusta esa sonrisa.

A mí, me encanta.

[...]

—¿Me puede recordar porque hago esto?

—Lo haces porque... aceptaste después de estresarte.

—Cierto. Usted es la persona más estresante que conozco.

—Me ofendería, pero también me desagradas. Es bueno saber que te desagrada tu jefe.

—Mi jefe es su padre, no usted.

—Sigue diciéndote eso—digo—. Voltea la cabeza hacia la derecha—él lo hace, de esa manera queda su rostro de perfil—. Trata de que sea más natural, y sonríe.

Voltea su cabeza hacia mí—Esto es estúpido, usted sabe que no soy modelo ¿verdad?

Rodo los ojos—Kylan voy a...—su hermana se queda en silencio—¿Qué haces?—pregunta, divertida.

—Ella me tiene como su modelo, puede llegar a ser tan estresante como tú.

Su hermana ríe—No somos las únicas.
—En eso concuerdo contigo—digo guiñándole un ojo.

—Bien hermano, nos vemos después—sonríe en mi dirección y se va.

—¡No te muevas!—grito, él tiene la cabeza hacia la puerta donde había estado su hermana—lograste lo de natural. Ahora, dame una sonrisa.

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