Capítulo Dos.

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Escucho gritos desde la habitación de mi hermana, camino hasta ahí aunque solo tenga puesto un bóxer.

Cuando abro la puerta la escucho discutiendo con mi padre, ella tiene un periódico en la mano.

—Haz lo que quieras—dice ella, suena muy enojada—pero no pienses que dejaré de sabotearlo, me conoces, no me domaras.

Mi hermana tiene una cara de resaca total, y además está enojada. Alguien no tuvo una muy buena mañana.

—¿Qué sucede?—pregunto. Termino de entrar a la habitación y me cruzo de brazos.

—Sucede que tu hermana no respeta lo que le digo. Y anoche, salió sola, no le avisó a nadie.

—¿Saber dónde está no es trabajo del guardaespaldas?

—Ustedes dos no van a jugar de listos—dice papá, enojado—es por su seguridad, ¿Quieren sabotearlos? Háganlo, pero ellos no se irán, y si se van vendrán más.

—Papá, no puedes tenernos bajo vigilancia, somos mayores de edad, esa decisión la tomamos nosotros, no tú.

—Viven en mi casa, respetarán lo que yo digo.

—¿Es eso?—dice, Allison—¿Qué vivimos en tu casa? Bien, entonces me voy—se levanta, sorprendiéndonos a papá y a mí—esta misma tarde me mudo a algún departamento, ya no tendré que vivir bajo tus órdenes.

—Haz lo que quieras—masculla papá, saliendo de la habitación.

El problema es este, tanto mi padre como mi hermana son muy orgullosos. La única razón por la que vivimos con mi padre es una: mamá. Cuando ella murió, papá se devastó mucho y no quisimos dejarlo solo, por eso estamos en su casa.

Ahora ellos están enojados, sé que a mi hermana le preocupa dejar a papá solo, y sé que él está triste de que se vaya, pero ninguno se rendirá, ahí es donde entro yo.

—No puedes irte, Allison.

—Él no puede obligarnos a tener a esas malditas sombras tras nosotros.

—Sabes cómo es, él piensa que nos podría pasar lo mismo que a mamá, y él no quiere que suceda eso.

—Lo entiendo, Kenth. Pero somos mayores de edad, él no puede imponer sus ideas sobre las nuestras.

—A mí también me molesta, Allison. No quiero tener a nadie detrás mío, que me vigilen, pero lo hago por él. Él nos necesita y no podemos dejarlo solo.

—Te tiene a ti, estará bien.

—Tu eres su niñita, el no estará bien sin ti.

Ella deja lo que está haciendo y me ve haciendo un puchero que me hace imposible no verla como una niña. Camino hasta ella y la abrazo, envuelve sus brazos en mi cintura.

—Quédate—le suplico—somos los Bennington, como tu dijiste idearemos un plan de cómo sacarlos de las casillas, y cuando ellos se vayan, será todo más fácil.

Suspira—Bien.

—Ahora vamos a ducharnos—beso su frente—es hora del almuerzo—ella asiente y yo salgo de su habitación.

Cuando camino por el pasillo me encuentro a mi linda guardaespaldas. Así es, es una chica. Tiene un cuerpo de muerte y un lindo rostro, pero es altamente profesional, a pesar de que estoy en bóxer solo ve mis ojos pero se sonroja como un tomate, es tierna.

—Hola—le sonrío coqueto.

—Vístete—dice, viendo hacia otro lado.

Mi sonrisa se expande—¿Por qué no me ayudas tú?

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