Día 4: Abrazar el fuego y enamorarte son similares; ambas duelen al contacto.

375 25 5
                                    

Hoy mi día ha estado bastante bueno. Te he podido ver y sobre todo pasar tiempo contigo. Pero noté que te sucedía algo, y aunque tú lo negaras yo podía darme fácilmente cuenta.

—¿Te sientes mal?—pregunté.

Como era de esperarse, tú me contestaste que no.

—No—negaste con tu cabeza—. Estoy bien.

—No mientas.

—No miento.

Entonces habías mentido. Por segunda vez.

Te observé por un largo rato y luego tú alzaste la mirada. A veces me pierdo en tus ojos... ok, eso me sucede todo el tiempo. No te lo había dicho, porque me daba vergüenza admitirlo. No sé por qué. Contigo nunca sé cuándo decir cosas como esta, porque bueno, no sé en qué punto puedo incomodarte o molestarte. Sé muy bien en qué posición me encuentro. Tú y yo solo somos amigos.

Suspiro.

—¿Qué?—inquiriste luego de un rato.

—Nada.

—¿Seguro?

Asentí levemente y pero tú no pareciste conforme.

—Algo te sucede. ¿Quisieras decírmelo?

Créeme, lo sopesé. Estuve a un movimiento de labios de decirte que sí, que pasaba mucho conmigo. Que últimamente no podía dejar de pensar en ti, que últimamente pasaba mi tiempo inventándome escenarios en donde podía verte, en donde podía abrazarte, besarte, tocarte... que últimamente consumías cada una de mis neuronas.

Te contaré un secreto: me encanta como hueles.

Sin embargo, no podía decirte nada. Yo ya había perdido mi oportunidad de poder decirte todo eso que quería que supieras, así que solo me limite a negar con la cabeza y a decirte que no era nada.

Tú ya no tenías por qué escuchar lo que yo tenía para contarte.

Así funciona esto.

Que mierda de sistema ¿No?

Táchame de alguien con atisbo a la estupidez, porque seré un estúpido. Dime torpe o demente, porque lo estoy. Siembro pensamientos sobre ti y cultivo tus palabras, son mi sustento diario y lo que me mueve a querer estar contigo, incluso si esas palabras no son lo que yo esperaba o no eran dirigidas a mí. A veces mis propios frutos son amargos.

Sin embargo ahora que es de noche, llego al punto en el que tengo que guardar en su sitio todas esas palabras para que no se consuman en algún lugar perdido de mi cabeza. Tengo que abrazarlas hasta que se fusionen conmigo y me recuerdan que son solo cosas que quise decirte y que nunca podré hacértelas saber. Y duele, duele tanto, queman como las brasas y me llagan los ojos hasta que lloran de impotencia. ¿Cómo he podido llegar hasta aquí? ¿Cómo es posible que no quiera renunciar a ti? ¿Cómo es que yo soy tan débil?

Pienso en tu sonrisa y me desvivo por sostener ese pensamiento conmigo.

Pienso en tu mirada y anhelo volverme a perder en ella.

Pienso en la manera en la que caminas, en la que hablas, en la que sonríes y quiero justo ahora tenerte cerca para poder aunque sea contemplarte.

Pero pensar no ayuda, porque esto no va suceder.

Nunca.

Nunca...

Y me duele hasta las coyunturas.

¡Demonios!... me enamoré.

Valium (Un ensayo)Where stories live. Discover now