Capítulo 32

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Me encuentro encima de un escenario vacío iluminado por un único foco.¿Qué hago aquí? No lo sé.

Una mano se coloca en mi hombro y empieza a bajar lentamente hasta mi mano, la otra mano baja por mi espalda hasta posicionarse en mi cintura.

Mi corazón empieza a latir de tal manera que siento que en algún momento saldrá de mi pecho, las mariposas golpean cada vez más fuerte mi estómago y mi respiración se para por momentos.

Noto un pequeño beso en mi cuello que hace que mi cuerpo se estremezca.

Respiro profundamente y su aroma inunda mis fosas nasales. Cierro los ojos y una pequeña sonrisa aparece en mi rostro. Me encantada ese olor.

Un pequeño mordisco en mi oreja me hace dar un pequeño salto sorprendida, pero a la vez lo disfruto. Si el cielo fuera así, no me importaría subir ahora mismo.

—Mi princesa... —susurra la voz en mi oído.

Abrí los ojos sobresaltada y miré a todos lados. Me había quedado profundamente dormida.

Cogí el móvil y vi la hora. Quedaba menos de una hora para que viniera Damon.

Me levanté de la cama y vi una funda de trajes colgado en el picaporte.

—¿Qué es eso?

Me acerqué y lo cogí de la percha. Bajé la cremallera y quité la funda. Un top halter corto con tira cruzada beige y una falda larga de estampado beige estaba colgado de la percha.

Sonreí. Mi madre siempre estaba en todo. Entré en el baño y enchufé el rizador. Me peiné un poco y empecé a hacerme las ondas mientras sonaba de fondo Bryan Adams.

Cuando terminé, cogí el neceser con el maquillaje y me puse un poco de base, polvos bronceadores, sombra de ojos marrón con un poco de iluminador y el colorete.

Salí del baño y me puse el top y la falda. Luego, saqué del armario las sandalias negras que tenían un poco de tacón.

—¡Char! ¡Te esperamos en casa de los Miller! —me gritó mi hermano desde fuera.

—¡Vale!

Me puse un poco de colonia y me miré una vez más al espejo. Toqué el colgante que llevaba puesto y suspiré.

El timbré sonó y me di la vuelta rápidamente. Damon ya estaba aquí.

Bajé a la entrada y abrí la puerta.

—Hola —me saludó.

—Hola —respondí un poco nerviosa.

—Estás muy guapa. —Se acercó y me dio un beso en la mejilla.

—Pasa.

Me moví a un lado y entró en casa.

—Ayer desapareciste —dijo un poco cortado—. Y no me llamaste.

—Lo siento mucho —susurré.

—¿Estás bien?

Asentí lentamente con la cabeza. Me fijé en su mejilla derecha y vi que llevaba algo puesto.

—¿Te has maquillado? —pregunté extrañada.

—Ayer no terminó muy bien la velada.

—¿Por qué te peleaste con él?

—Me puso de los nervios —contestó nervioso—. Lo siento mucho, Char.

—Parezco un premio que alguno de los dos espera ganar. —Suspiré—. ¿Te duele mucho?

Y ahora MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora