—Yo... Nosotras no tenemos la culpa de que mi padre matara a tu hijo.—fue mi única respuesta. Tampoco querría hacerla rabiar.

—Tienes razón, la culpa no es de ustedes. Pero tú si que tienes la culpa en algo, niña. Y por eso hice todo lo que te ha afectado de alguna manera. ¿Crees que tu madre volvió solo por ti? ¿Crees que a Peeta lo amenazaron a muerte por casualidad y vino porque quiso? ¡Todo fue planeado! Johanna tuvo ese accidente porque lo desee así, tu madre se fue porque la obligue a ello, Prim esta aquí porque era la única forma en la que vinieras sin tu ridículo novio.

—¡No te he hecho nada!—grité al borde de las lágrimas, porque tenía razón todo había pasado porque fue obligado a ello pero me niego a pensar que Peeta está aquí sólo por las amenazas, él volvió por mí y Rooba se fue porque quería no porque ella la obligó. Me niego a creerlo.

—¡Lo has hecho! Metiste a mi esposo y a mi único hijo vivo a la cárcel, y los has condenado a cadena perpetua! —rugió, ya se le había agotado la paciencia conmigo y avanzaba en mi dirección. Prim, que estaba al tanto de la historia, se sacudió y trató de gritar, en sus ojos noté pánico y miedo. En serio lamento que mi hermana deba presenciar esto.

—¡Se lo merecían, Mags!—repliqué.

—¡Tú mereces la muerte maldita hija de perra! — gritó de vuelta hecha una furia. Levantó el revólver y con toda la determinación del mundo me apuntó a la cabeza.

—¡No!—esa voz yo la conocía.

Mags presionó el gatillo y Peeta se interpuso entre la bala y yo.

Peeta P.O.V.

Olía a desinfectante y tristeza. Ya sabía que estaba en el hospital, no debían decírmelo dos veces. He pasado más tiempo aquí del que querría admitir. Tengo tanto miedo de moverme, sé que la bala me tocó, sé que impactó con mi cuerpo en vez del de Katniss.

Era lo que debía suceder, prefiero esa bala en mi cuerpo que en el de ella. No lo soportaría. No soportaría verla empotrada en una cama de hospital, ni verla débil ante mí. Ella siempre ha sido la fuerte, la mujer que amo no debería sufrir cuando yo puedo padecer su dolor.

Recuerdo que después de que me llamara la busqué por cielo y tierra hasta que fui a la policía Rue no me dijo que tenía un rastreador en el auto de Katniss por seguridad, así que avisamos a las autoridades y fuimos directo a la nada. No fue muy difícil de encontrar, escuché sus gritos, pero el pánico invadió mi cuerpo cuando vi a Mags apuntándole con ese revólver.

Salvé a Katniss. Y por el infierno que no me arrepiento, de lo que sí me arrepiento es de no haber podido quedarme conciente para ver como detenían a esa mujer.

Mis párpados se sienten pesados pero hago un gran esfuerzo por levantarlos, he escuchado la voz más dulce que he oído en mi vida, además esa voz está empapada de preocupación, no puedo dejarla así.

Katniss P.O.V.

—Peeta...—le nombro por enésima vez, está tan pálido. Pero los doctores dijeron que estaba bien, me ha dado un susto de muerte, no debió de haber hecho eso. Paso mi mano por su rubio cabello en un inútil intento de peinarlo sin embargo sé muy en el fondo de mi corazón que es para sentirlo y para poder sentir su cálidez, estos últimos dos días han sido un infierno sin él.

—Estupendo —murmuró con voz ronca sobresaltándome. —. He muerto y despertado en el cielo.

Suspiré de alegría, así se siente respirar.

—Cállate, tonto. Me has preocupado mucho.—traté de reñirle pero la estúpida sonrisa en mi rostro no me dejaba.

— Awww, mírate toda preocupada por un pobre panadero ¿Quién lo diría?

—Es un panadero con suerte. —le seguí el juego. Me acerqué y le besé castamente los labios. Sí, lo extrañaba.

—Dios, le tengo mucha envidia.—susurró atrayendome hacia él de nuevo hasta que reaccioné separándome de él.

—Y por supuesto que estoy preocupada. Al amor de mi vida le disparó mi psicótica secretaria.—quería regañarlo pero eso sonó más  a una declaración.

Peeta sonrió y levantando las manos hizo que me acercarse más a su camilla. En otras palabras, me invitó sentarme allí. Y con una pequeña mueca descubrió que la bala le había llegado al hombro izquierdo y que lo tenía vendado, lo ignoró súbitamente y continúo con su tarea de acomodarme junto a él...

—Tú también eres el amor de mi vida.—dijo en mi oído sonando totalmente aliviado.

— Peeta. Nos van a reñir.—le advertí.

Me abrazó más hacia su pecho, negó con la cabeza y cerró los ojos. Él también parecía que en estos dos días no  había respirado del todo bien.

—Eso me importa poco. Me siento mucho mejor si estoy contigo.

—Bien. Porque te amo Peeta.—admití en voz baja, no se lo dije en su momento pero después de pasar lo que pasamos creo que éste es el mejor de los momentos para decirlo.

—¿Ah?—la confusión en su voz me hizo voltearme y verle a los ojos.

—Te amo.—repetí.

—Yo también te amo, Katniss Everdeen.—le besé de nuevo antes de dejarlo caer en un profundo sueño e irme a llamar a los demás y avisarles que despertó.

¡Cambié! (¿CBOCM? #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora