11. Más claro que el agua.

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El casi beso con David acudió a mis recuerdos.

Me gustaba David, ya no me servía de nada negarlo, pero ¿y Robert?

Sí, era lindo y simpático, pero ya no era lo mismo. Su confesión me había abierto viejas heridas, ¿pero aún sentía algo por él, o esta removida de emociones sólo se debía a que me encontraba impactada?

—No lo sé, Robert —contesté con sinceridad—. Había empezado este año con la meta de sacarte definitivamente de mi sistema, pero no me esperaba esto. Y también está el hecho de que otro chico despertó sentimientos muy fuertes... Simplemente no lo sé.

Se levantó de la cama y se arrodilló frente a mí, envolvió mis mejillas con sus manos. Un brillo especial se veía a través de sus ojos.

—¿Sabes que soy jodidamente terco y orgulloso como para dejar que otro chico consiga tu corazón, no? —preguntó con fiereza y determinación.

Me recosté de una de sus manos, ya debían ser las dos y media de la mañana y el cansancio comenzaba a pegarme.

—Robert... Esto no es una competencia —aclaré.

Pero él parecía decidido.

—No me rendiré tan fácilmente... No ahora que sé que tengo una posibilidad —aseveró, acariciando mi mejilla con su pulgar.

Cerré los ojos.

—Robert, no... —Pero mis palabras fueron interrumpidas por un "Shh".

—No me digas nada ahora, ¿bien? —pidió en un susurro cariñoso. Sentí que se peligrosamente a mí y abrí los ojos de golpe tensando todo el cuerpo. Robert estampó sus labios sobre mi mejilla y se alejó sonriéndome—. Buenas noches, Claire, nos vemos mañana.

Y sin decir más se puso de pie y salió por donde había entrado con una sonrisa de certeza en el rostro.

Demonios...

***

—¿Claire? ¡¿Claire, hijaaaa?! —Me senté en la cama de golpe, sobresaltada por el grito de mi madre proveniente de la puerta de mi cuarto.

Mi mamá tenía la cabeza asomada por una pequeña abertura en la puerta y tenía el resto del cuerpo afuera. Tenía algunas gotas de agua en el rostro por lo que supe que acababa de salir de bañarse.

—¿Qué pasó, mamá? —pregunté malhumorada, tras ver que aún faltaban dos minutos para que sonase mi alarme.

Ella abrió los ojos de par en par.

—Es que no había escuchado movimiento en tu cuarto y, por lo general, a esta hora ya estás alistándote para ir al instituto. Sólo me aseguraba de que no te hubieses quedado dormida —explicó.

Me froté la cara. Ella tenía razón, por lo general yo me despertaba media hora antes de la hora que había colocado en mi alarma anoche... Pero no estaba acostumbrada a quedarme despierta hasta las tres de la mañana un día antes de ir a clases.

—Lo que pasa es que anoche tuve problemas para dormir y puse la alarma un poco más tarde —contesté, diciéndole una verdad resumida y a medias.

Ella asintió y en ese momento sonó la alarma. Estiré un brazo y la apagué.

—Bueno, te dejo para que te alistes —dijo, sonriendo con inocencia y saliendo de mi habitación.

Me tiré de espaldas y gruñí.

Tomé mi celular y le envié un mensaje a Calvin.

"Hoy me iré sola al instituto, nos vemos allá."

Inaccesible ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora