— ¿Quieres que llame a alguien más para que venga? — escuché su voz, aunque sonaba un poco distante, como si se estuviera preparando para irse.

Lo escuché moverse, preparándose para irse, y en ese instante, sin pensarlo, me levanté de la cama y extendí una mano débilmente para detenerlo. Con las pocas fuerzas que me quedaban.

— No te vayas, quédate aquí.

En cuanto las palabras salieron de mi boca, el aire se me escapó. La culpa y la vergüenza me invadieron de inmediato. Solté su brazo con rapidez, como si las palabras pudieran deshacerse si me alejaba lo suficiente. Mis manos fueron instintivamente a mi boca, como si pudiera atrapar lo que acababa de decir.

Vi la sorpresa en el rostro de Shadow, y al instante me invadió una oleada de inseguridad. ¿Qué pensaría él ahora? ¿Me vería raro por lo que acababa de decir?.

Pero, para mi sorpresa, no dijo nada. Solo se quedó allí, observándome en silencio. Después, dio un paso hacia mí, su presencia fuerte pero tranquila.

— Me quedaré —dijo con calma, su voz grave y reconfortante. — No te preocupes, estaré aquí

Sentí que el mundo a mi alrededor se desvanecía, como si todo girara fuera de control. Me recosté de nuevo en la cama, mis ojos se cerraron por un instante, y traté de concentrarme en algo, pero el mareo me absorbía. Fue entonces cuando vi la expresión de preocupación en los ojos de Shadow, más clara que nunca.

—Creo que te ha subido la fiebre otra vez —dijo, con la voz tensa pero firme.

Antes de que pudiera responder, me levantó con cuidado, casi como si pensara que iba a romperme. La sensación de su cercanía me desconcertó, pero ni siquiera tenía fuerzas para apartarme. Comenzó a quitarme la ropa con una eficiencia que, por alguna razón, me hizo sentir más vulnerable.

El ritmo de mi corazón se aceleró. No entendía si era por la fiebre o por la cercanía de Shadow, pero un calor extraño, diferente al de la fiebre, se apoderó de mí. Mi respiración se volvió más irregular.

—Perdón, pero necesito ponerte algo más fresco —murmuró, como si el tono urgente en su voz pudiera calmarme.

Era incapaz de pensar con claridad. Todo lo que podía hacer era intentar respirar. Cuando nuestras caras quedaron a una distancia tan corta, sentí su aliento cálido sobre mi piel, y el caos se intensificó. Cada latido de mi corazón parecía resonar en mis oídos, ahogando mis pensamientos.

Era como si el mundo se hubiera reducido a esa pequeña burbuja en la que él estaba tan cerca de mí, y todo lo demás desapareciera.

Mi mente se nubló, atrapada entre la fiebre y un deseo inexplicable. Quería acercarme más, sentirlo cerca, pero algo dentro de mí luchaba por mantener el control. 

—¿Por qué me miras tan fijamente? —preguntó Shadow, su voz quebrando el silencio de la habitación, dejando entrever una mezcla de sorpresa y curiosidad en su tono.

El sonido de su voz me sacó del trance en el que me encontraba. Desvié la mirada, sintiendo mi rostro arder de vergüenza, pero la necesidad de acercarme no desapareció. El caos en mi pecho no hacía más que intensificarse.

— Lo siento, me está dando mucho frío —agregué, tratando de desviar la atención, como si eso pudiera calmar la inquietud que crecía dentro de mí—. ¿Por qué me quitas el suéter?  

— El punto es que baje la fiebre —dijo, con un tono directo y algo serio—. Agradece que te dejaré cobijarte.

—Lo acepto, pero me ofende un poco —dije, bromeando para aliviar la tensión.

Invisible stringWhere stories live. Discover now