Shadow se recostó un poco en su asiento, cruzando los brazos.

—Al menos no es aburrida —comentó, y esa era su forma de admitir que también encontraba algo entretenido en lo absurdo de la situación.

El resto de la película pasó entre momentos ridículos y silencios cómodos, y para cuando salimos de la sala, ambos estábamos comentando lo extraña que había sido la trama.

—La próxima vez eliges tú —le dije, dándole un suave codazo.

—Eso no lo creo —respondió, pero noté que, de alguna manera, se había divertido más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Saliendo del cine, la noche ya había caído por completo. Las luces de la plaza brillaban con un resplandor cálido, y la gente seguía yendo y viniendo, aunque con menos prisa que antes. Shadow caminaba a mi lado, con su típica tranquilidad, mientras yo intentaba procesar lo que había sido esa extraña película. Sin embargo, algo más rondaba mi mente.

—Bueno, eso fue diferente —comenté, lanzándole una mirada rápida, esperando alguna reacción.

—Definitivamente diferente —respondió sin más, aunque percibí un leve tono de diversión.

Seguimos caminando en silencio, lo cual ya no me incomodaba tanto como solía hacerlo. Estar a su lado en momentos tranquilos empezaba a sentirse natural, incluso reconfortante. Y eso era raro para mí. No solía quedarme callado mucho tiempo con nadie, pero con Shadow, ese silencio compartido tenía sentido, como si no necesitáramos hablar para entendernos.

Mientras avanzábamos, me vino una idea a la cabeza. No sabía si a Shadow le gustaría, pero había algo en él que me hacía querer compartir más de mis espacios personales.

—Oye, ¿te gustaría ir a un parque? Hay uno cerca de aquí, no está lejos. —No sabía por qué lo había propuesto tan espontáneamente. Quizá era el ambiente relajado, o tal vez la necesidad de compartir algo más con él.

Había algo en esos ojos que me hacía cuestionar por qué sentía esta necesidad de mostrarle mis lugares favoritos, algo que no hacía con cualquiera.

—Es tranquilo por la noche, tiene un lago, muchos árboles. Las estrellas se ven genial desde ahí. —Me sorprendió lo emocionado que sonaba mi tono. Siempre había disfrutado ese parque, pero esta vez quería que él lo experimentara conmigo.

Él asintió lentamente.

—Está bien, vamos.

Mientras caminábamos hacia el parque, mi mente no dejaba de girar en torno a la idea de por qué quería compartir tanto con él. No se trataba solo de mostrarle un buen lugar; era como si quisiera que conociera una parte de mí. Lo curioso era que con Shadow había sentido algo diferente, algo que no podía explicar del todo.

Al llegar, las luces tenues de las farolas iluminaban los caminos de grava, y el lago, con su superficie tranquila, reflejaba la luna como un espejo. Había algo casi mágico en esa calma, el tipo de paz que a veces necesitaba después de todo el bullicio.

—¿Qué te parece? —le pregunté, deteniéndome junto a un banco y señalando el cielo.

Shadow levantó la vista hacia las estrellas, su expresión permanecía neutral, pero en su silencio se podía percibir una especie de aceptación. Como si, de alguna manera, él también estuviera apreciando el momento.

Nos sentamos en uno de los bancos junto al lago, y ahí, mientras observaba las luces reflejadas en el agua, mis pensamientos comenzaron a aclararse. Shadow no era como nadie más en mi vida. Con él, no sentía la necesidad de impresionar o de ser el centro de atención. Más bien, me hacía querer compartir cosas, momentos, lugares, cosas que realmente me importaban.

El viento nocturno soplaba suavemente, moviendo las ramas de los árboles y refrescando el ambiente. Miré de reojo a Shadow, y por un momento, me di cuenta de que estaba contento de que él estuviera aquí conmigo.

— A veces vengo aquí para despejarme —le confesé, un poco más tranquilo de lo normal—. Es uno de mis lugares favoritos.

—Es un buen lugar y realmente me divertí hoy —dijo, sin apartar la vista del camino—. No suelo salir mucho, normalmente me quedaría en casa, estudiando o leyendo. Pero hoy —sus ojos se encontraron con los míos, y en su mirada había una intensidad que me desarmó— Hoy fue diferente. Contigo experimento cosas nuevas.

Sus palabras resonaron en mi cabeza, y antes de poder procesarlas por completo, sentí mi corazón acelerar. Era como si cada palabra que decía golpeara un rincón de mi mente que no sabía que existía. Y no solo eso, mi rostro comenzó a arder, un calor inexplicable subiendo por mis mejillas.

—¿Diferente? —logré murmurar.

—Sí —continuó—. Contigo, me siento fuera de mi rutina, pero de una manera que no me molesta.

Mientras el viento movía suavemente las ramas de los árboles, tomé aire y, por un instante, me permití sentir los latidos acelerados de mi corazón. Sabía que algo estaba cambiando, y aunque no entendía del todo qué era, tampoco quería detenerlo.

Invisible stringWhere stories live. Discover now