Capítulo 2

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17 de Julio de 1997

Mi madre siempre decía que no confiase en gente extraña, pero ella no estaba aquí para decirme qué debía hacer y qué no. De todas formas, yo sí confiaba en Lauren, sobre todo porque ella estaba sufriendo y no tendría la necesidad de hacerme daño, o eso pensaba yo. Su madre nos puso de cenar, y a decir verdad, era la primera vez que probaba el pollo paprika. Aunque primero miré el plato con el ceño fruncido, porque no sabía si iba a gustarme.

-Vamos, pruébalo. –Me dijo su madre, y miré a Lauren que tenía un trozo de pollo con verduras en la boca. No me daba miedo probar cosas nuevas, y menos si era comida. Me llevé un trozo a la boca y me quedé en silencio, cogiendo una de aquellas vainas verdes y comí un poco más bajo la mirada de Lauren y su madre.

-¿Te gusta? –Preguntó Lauren y levanté la mirada del plato un poco.

-¿Puedo hacerlo mi plato favorito? –Las dos rieron, pero yo las miraba sin entender nada porque la pregunta iba totalmente en serio.

-Claro que puedes hacerlo tu plato favorito. –Respondió su madre, y seguí comiendo. –Lauren me ha dicho que has estado llorando... ¿Estás bien? –Su madre se sentó a mi lado y solté el tenedor, bebiendo un poco de té helado, volviendo a poner el vaso en la mesa.

-Cuando algo significa mucho para mí, lloro. Sólo lloro con cosas alegres. –Me encogí de hombros mirando a la señora, que me miraba sin entender.

-¿Cuándo estás triste no lloras? –Negué lentamente, bajando la mirada al plato.

-No me gusta mostrar sentimientos por algo que me hace sentir mal. No los merece. –Dije volviendo a comer, escuchando el silencio en el salón.

-Esa es muy buena filosofía. –Respondió la madre de Lauren, mientras yo comía sin darle mucha importancia.

Seguimos cenando, yo permanecía en silencio mientras escuchaba a Lauren y a su madre hablar. Por lo visto, su padre estaba de viaje de negocios e iban a pasar unos días solas. Tras eso, su madre nos puso un batido de mango delante, y mojé un poco el dedo para probarlo, aunque acabé succionando por la pajita. Estaba realmente bueno, nunca había probado algo así.

-¿Tienes hermanos, Camila? –Preguntó Lauren y me separé de la pajita. Froté los dedos contra la mesa cerrando los ojos.

-Mi hermana murió hace unos meses, así que... Tenía. –Dije sin abrir los ojos, frotándome la sien con la mano. Las dos se quedaron en silencio y volví a beber del batido dando pequeños golpecitos en la mesa.

-Dios mío... Camila, lo siento. –Seguí bebiendo un poco y me encogí de hombros. No quería pensar en aquello porque, aunque lo evitase me daban ganas de llorar.

Me terminé el batido y Lauren se levantó de la silla, y yo fui tras ella al sentir su mano tocarme el hombro.

-Siento mucho lo de tu hermana. –Me dijo justo cuando llegamos a la habitación, y me encogí de hombros. –Tus padres lo deben de estar pasando mal.

Estábamos en la habitación, y no respondí, simplemente la miré sin decir nada más. Sus brazos me rodearon, dándome un fuerte abrazo. Esto sí lo respondí, y mis brazos rodearon su cintura y nos quedamos así un rato. Podía notar aquél perfume que desprendía su pelo, y se mezclaba con el olor a suavizante de limón que tenía su ropa.

-Puedes quedarte aquí el tiempo que quieras, lo he hablado con mi madre y...

-No, no. –Negué separándome de ella. –No quiero molestar, sólo... Esta noche, y me iré. –Lauren suspiró y señaló la litera de arriba.

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