Capítulo 11

4 2 0
                                    

—Soph, no puedo creerlo, el tipo está buenísimo, más de lo que se ve en fotos.

—Anabella, ¿en dónde estabas? No te ví por ningún lado. —hace unos veinte minutos que había entrado a mi departamento y Ana acababa de llegar.

—Los seguí hasta la playa, luego comenzó a llover y cuando ví que iban hacía el auto le dije al taxista que me trajera de vuelta al edificio. Estaba a una cuadra de distancia esperando.

—Pero él se fué hace veinte minutos.

—Sí, pero en dónde el taxi estaba estacionado no  se alcanzaba a ver muy bien la entrada del edificio, así que esperé un rato. Y bueno, cuéntame qué tal estuvo la cita.

—Pues menos mal desde donde estabas, no podías vernos.

Mi hermana abrió los ojos de par en par con asombro, sin comprender del todo a lo que me refería, pero en cuestión de minutos, la puse en contexto.

Luego de charlar con mi hermana y contarle algunos de los detalles, me fuí a mi habitación. Me resultaba difícil expresar con palabras lo que sentía en ese momento, la cita se había vuelto caótica.

Y aunque aún no entraba en razón con respecto a ese tema, ya empezaba a incomodarme, Erick no salía de mi mente. No éramos novios ni manteníamos una relación formal, pero estábamos en el proceso de enamoramiento, es decir, dos personas que están saliendo, y hay besos, palabras bonitas y una atracción muy evidente. Erick estaba ilusionado y eso yo lo sabía muy bien, él en cualquier momento podía incluso pedirme que fuera su novia. Yo no soy esa clase de chica que sale con dos chicos al mismo tiempo, no me agrada la idea para nada, y debía aclarar mi mente y la situación lo antes posible.

Después de darle mil vueltas al tema y conversar conmigo misma innumerables veces, me dí una breve ducha y me acosté a dormir.

•••

Un grito de mi hermana me hizo despertar de golpe, me incorporé de un salto y salí apresuradamente a la sala.

Estaba a punto de preguntarle a Ana que había sucedido, pero toda idea en mi mente se vió nublada por el enorme ramo de rosas rojas que se encontraba frente a mi.

—¿Y esto?

—Lo enviaron para ti, tiene una nota, léela. —tomé la nota que mi hermana me estiraba con una gran sonrisa.

    "Eres ese hechizo embriagador que atormenta mi corazón, he pasado la noche en vela, soñando despierto con volverte a ver. Me encantas Amelia Anderson."

—No tiene firma.

—¡No seas tonta Soph! Es obvio, esto lo envió Benjamín.

—Pudo haber sido otra persona. —vacilé.

—¿Y quién?

—No lo sé...

—No te hagas la tonta, sabes bien que es él.

Iba a darle respuesta a Ana cuando escuché mi teléfono celular sonar, y era él.

—Hola Benjamín.

—¿Te gustaron las rosas?

—Están hermosas... —Anabella no pudo evitar sonreír como niña emocionada al escuchar mis palabras. —Gracias, me encantaron.

—Y tú me encantas a mí, Amelia... Estoy ansioso por verte nuevamente, ¿qué te parece si salimos hoy?

—No creo que sea posible, te había comentado que mi hermana acaba de llegar de viaje y no le he dedicado mucho tiempo, hoy saldré con ella.

Encantadora Where stories live. Discover now