Ambrus... Ambroos... Ambrose...?

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Capitulo 10



¿Cómo demonios se escribe su nombre? Lo primero que llegó a mi mente fue buscar a este sujeto por Internet. No sé cómo ni cuándo me dormí, pero a la mañana siguiente él ya no estaba. Me arreglé para volver al trabajo y busqué su nombre, pero no encontré nada sospechoso o algún delincuente.

— ¿Sabes? Normalmente se escribe con "brose", es lo más popular. — Eso me tomó por sorpresa. Al voltearme, era Leo quien estaba detrás de mí, mirando fijamente la pantalla de mi laptop.

Aproveché mi tiempo libre durante el almuerzo para investigar más sobre él.

—Por Dios, me asustaste. — dije con la mano en mi pecho, sintiendo cómo mi corazón daba un vuelco. Cerré la laptop de golpe.

— ¿Estabas stalkeando a alguien?— me miró con sospecha.

—...no, solo... — me quedé sin palabras, sin saber qué decirle cuando en realidad sí lo estaba haciendo.

Él soltó una risita —Tranquila, puedo ayudarte. Para ti, soy el FBI.

"Un chiste, riete."

—Me encantaría tu ayuda con esto, pero creo que lo dejaré así. — le dije con una sonrisa, sintiendo el alivio de no tener que explicar más. Ese chiste podría contarle toda mi vida y ni hablar si me ayudaba a buscarlo, estaría comprometido hasta la médula.

Este tipo lo tiene sumamente amenazado.

—De hecho me acerqué para invitarte a salir después de terminar nuestro turno. — dijo con una posición de inseguridad, tenía su mano en la parte de atrás de su cuello.

Como podría rechazar a este chico encantador, guapo y senxu...

Miré a Leo, notando su incomodidad que apenas intentaba ocultar. Su propuesta de salir después del turno me tomó por sorpresa, especialmente en medio de la tensión que parecía envolvernos.

—¿Salir? —mi voz sonó más alta de lo que pretendía. en ese momento sonó la campana en la puerta que anunciaba la llegada de un cliente. Era mi escapatoria momentánea. Me levanté de la mesa, agradecida por la distracción.

—Dame un segundo, Leo. Te responderé en un momento. —Mi mente estaba en marcha, tratando de encontrar una excusa que no fuera tan ruda, pero que tampoco lo dejara con expectativas.

Esto era un alivio, un pequeña escapada para pensar en una excusa para Leo sin ser tan ruda. Moví las cosas del mostrador para dejarlo libre y pasé una toalla limpia mientras le daba la bienvenida al cliente.

—Bienvenido, ¿qué le gustaría hoy?

—A ti, pero aún no es el momento —una risa masculina y baja resonó en el aire, haciendo que se me pusiera la piel de gallina. Levanté la mirada. 

—Hola, Amanda.

Ahí estaba él, con su cabello recogido en un desordenado moño bajo, algunos mechones caían delicadamente sobre su rostro. Y no podía evitar notar lo guapo que se veía a la vista, con sus simples lentes de color plata, una camiseta de mangas cortas con cuello y unos pantalones largos con varios bolsillos, la tela parecía refrescante.

El sonido de su voz heló mi sangre. Ahí estaba, mi acosador, apareciendo de nuevo sin previo aviso.

—¿Qué haces aquí? —logré preguntar, mi voz apenas un susurro.

Hay alguien detrás de tiWhere stories live. Discover now