Mi dulce Amanda.

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Aquí estaba otro día en el trabajo viendo cómo mi jefe leía el manual de la nueva máquina, como Leon y Matthew armaban las piezas. Mientras yo me había ofrecido de llevar la cuenta de la caja registradora, a veces sentía algunas miradas de Leon hacia mí y escuchaba cómo Matthew le decía que se enfocara, pero después de la amenaza de eso ya no me quiero acercar a él.

Ya había acabado de anotar todo el dinero que llevamos hasta hoy del inicio de la semana como cada viernes, hoy hubo un flujo irregular, por las molestias de la máquina. Los chicos ya habían acabado de instalarla, y Leon se acercó a mí.

― Hey, ¿qué sucede? ― me miró preocupado. Lo miré con extrañeza haciéndome la loca.

― ¿Estás enojada conmigo por alguna razón? ― me preguntó.

― No, para nada, solo me siento un poco cansada. ― le dije sin más, y con una sonrisa.

― Bueno chicos, prepárense que abriremos en unos 30 minutos. ― avisó mi jefe sacándome de esa incómoda situación inconscientemente.

― Iré a cambiarme primero. ― avisé a todos.

― Perfecto, nos vemos en un momento entonces. ― respondió Leon con una sonrisa amistosa antes de dirigirse hacia su área.

Me apresuré a la parte trasera del local para cambiarme de ropa. Mientras lo hacía, mi mente divagaba sobre la tensión incómoda entre Leon y yo.Ni siquiera le respondi el mensaje de ayer.

Traté de apartar esos pensamientos de mi mente mientras me ponía el uniforme de trabajo. Necesitaba concentrarme en mi labor y no dejar que el miedo o la paranoia me afectaran en el trabajo. Una vez lista, regresé al frente del local para prepararme para la apertura.Mientras atendía a los primeros clientes que llegaban, intenté mantener la calma y la compostura. Sin embargo, no podía evitar sentir una mirada persistente sobre mí. Al levantar la vista, me encontré con los ojos penetrantes de Leon. Aunque traté de apartar la mirada, algo en su expresión me hizo sentir una extraña sensación en el estómago.

― ¿Estás bien, Amanda? ― preguntó Leon, acercándose a mí cuando notó mi incomodidad.

― Sí, estoy bien, solo un poco nerviosa por la apertura. ― respondí, forzando una sonrisa mientras intentaba ignorar el nudo en mi estómago.

― Tranquila, estás haciendo un buen trabajo. ― dijo Leon, colocando una mano reconfortante sobre mi hombro.

Su contacto me tomó por sorpresa, pero de alguna manera me hizo sentir más tranquila. A pesar de mis temores y dudas, no podía evitar sentir una extraña atracción hacia Leon. Le devolvi la amabilidad con una linda sonrisa y con eso el volvio a atender las mesas.

Al volver mi vista hacia el siguiente cliente en la fila, me topé con una figura inesperada parada frente al mostrador: mi acosador. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras mis ojos se abrieron desmesuradamente, incapaces de creer lo que veían. Por un instante, el mundo pareció detenerse, dejándonos a él y a mí atrapados en un momento suspendido en el tiempo. La sorpresa me golpeó como un rayo, dejándome sin aliento y con el corazón latiendo desbocado. Era como si todo lo demás desapareciera, dejándonos solos en medio de un silencio cargado de tensión.

Traté de mantener la calma, pero mi mente estaba llena de pensamientos aterradores. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Cómo había encontrado mi lugar de trabajo? ¿Qué quería de mí?Mientras lo observaba parado allí, con esa sonrisa siniestra en su rostro, sentí una oleada de miedo recorrer todo mi cuerpo. Pero me negué a dejar que me dominara.

Respiré profundamente, tratando de controlar mis emociones y mantener mi compostura. No podía permitir que me viera débil, no frente a todos estos testigos.Con una fuerza interior que no sabía que tenía, enderecé mi postura y lo enfrenté como si fuera solo otro cliente más. Mantuve mi voz firme y mi mirada directa, a pesar de sentir el corazón golpeando en mi pecho con fuerza. No podia hacer un escandalo, ni decirle al muendo que esta personas frente a mi era la que me robaba el sueño sin pruebas.

Hay alguien detrás de tiWhere stories live. Discover now