No se deben decir mentiras

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Narra Evelyn

Cuando el ascensor se paró de nuevo, salimos los tres a un pasillo de suelo de piedra iluminado con antorchas, muy diferente de los corredores de los pisos superiores, revestidos con paneles de madera y alfombrados. Cuando el ascensor se marchó traqueteando, me dio un escalofrío al mirar hacia la lejana puerta negra por la que se accedía al Departamento de Misterios.

R= Qué frío hace.

Mientras nos poníamos en marcha, intenté pensar la mejor manera de poder sacar de ahí a Hermione.

Al parecer, Harry al hacerse pasar por Runcorn, podría hacer cualquier cosa o requerir de algún favor. Por supuesto, ignorábamos si Runcorn era lo bastante importante para permitirse esas confianzas con Umbridge, y, aunque consiguiéramos salir victoriosos de esa situación, el hecho de que Hermione no regresara al interrogatorio podía disparar las alarmas antes de que abandonásemos el ministerio.

Pasamos por una puerta abierta, donde se encontraban los aterrados hijos de muggles a los que iban a interrogar estaban sentados, apiñados y temblando, en unos bancos de madera; la mayoría de ellos —unos solos y otros acompañados por la familia, siendo vigilados por la policía del ministerio, encargados de emplear la fuerza bruta.

Ha habido un error; soy mestizo. (Dijo un hombre desesperado siendo escoltado por dos policías del ministerio) Mi padre...mi padre era mago. William Alderton. Trabajó aquí treinta años; tal vez le conozcan, siempre llevaba la chaqueta al revés. ¡No, esto es un error! ¡Oigan! ¡Soy mestizo! ¿Entienden? ¡Hay que rectificarlo! ¡Soy de sangre mestiza!

Los tres nos quedamos paralizados al ver cómo se llevaban al pobre hombre delante de nuestras narices sin poder hacer nada al respecto. 

Tratamos de seguir nuestro camino hacia el final del pasillo donde podía ver a Umbridge, y por cada paso que daba sentía cada vez más frío.

No se trataba de aquella sala que una vez me interrogaron por uso indebido de la magia; ésta era mucho más pequeña, aunque de techo muy alto, y producía una desagradable claustrofobia, pues se tenía la impresión de estar atrapado en el fondo de un profundo pozo.

En ella había muchos dementores, expandiendo su fría y aterradora presencia en toda la estancia, se alzaban como centinelas sin rostro en los rincones más alejados de una tarima bastante elevada. En esta, tras una barandilla, se hallaba Umbridge, sentada entre Yaxley y Hermione. Al pie de la tarima, un gato de pelaje largo y plateado se paseaba arriba y abajo para proteger a los interrogadores de la desesperanza que emanaban los dementores; eran los acusados, no los acusadores, quienes tenían que sentir esa sensación. Y allí , estaba sentada una mujer menuda, pálida como la cera, de cabello castaño oscuro recogido en un moño.

U= ¿Mary Elisabeth Cattermole?

U= ¿Mary Elisabeth Cattermole?

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7. Evelyn Evans y las Reliquias de la MuerteWhere stories live. Discover now