◖8◗ Aprender a pensar antes de hablar

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Había pasado un mes desde que ya no hablaban. Gustabo se mostraba más distante hacia él, y Freddy no entendía por qué. A pesar de sus intentos por entablar conversaciones o salir con el chico, no lograba hacerlo. Al principio, Gustabo solo respondía de manera fría y cortante, pero con el tiempo dejó de hacerlo por completo, ignorando los mensajes del mayor sin dar ninguna explicación, lo que dejaba a Freddy lleno de dudas.

En uno de sus múltiples intentos por despejar su mente del tema, Gustabo decidió hablar con varios de sus viejos amigos, buscando juntarse y así desahogarse con alguien que no fueran Isidoro o Filadelfo, quienes estaban cansados de escuchar los lamentos del rubio.
La reunión se llevó a cabo sin contratiempos. Todos estaban disponibles como nunca antes y acordaron encontrarse en la mansión del mayor del grupo. 

Se encontraba en el patio del lugar, sentado en uno de los sillones y removiendo su vaso de vodka. Cada uno de sus amigos estaba ocupado con sus propias actividades: algunos conversaban, otros bebían, uno de ellos estaba cocinando. A pesar de estar ocupados, todos prestaban atención a los reclamos del rubio. Los más atentos eran el chino con el pelo teñido de rojo fosforescente y su novio, el dueño de la mansión. 

Ambos prestaron atención a todos los reclamos de Gustabo, permitiéndole hablar en un monólogo que parecía interminable mientras organizaban sus ideas para comunicarlas a penas terminara. La pareja tenía opiniones diferentes sobre el tema, pero ambos llegaban a la misma conclusión: Gustabo es imbécil.

—Que tonto ele, ilusionandote con ese picoleto gilipolla'— el asiático era el más enojado de todos sus amigos. Hace años, cuando Gustabo les informó sobre su gusto por el Comisario, él fue el que más se opuso y le peleó sobre buscarse a alguien más para olvidar al mayor —solo puedo decil, te lo dije, poguito— apodo que le había puesto al enterarse de su peculiar amigo.

“Pogo opina igual” —Pogo AHORA opina igual, porque cuando nos regaló esas mierdas no te ví enojado, puto payaso— recordando el regalo del mayor, acercó su mano a una de sus orejas tocando el regalo que tanto lo emocionó y seguía haciéndolo pero ahora, junto con la emoción, le hacía doler el estómago al recordar lo que había escuchado.

El chino se dió cuenta de lo que pensaba el rubio y se volvió a enojar —tío tú ele gilipolla pelo con ganas— se acercó a él sentándose a su lado y viéndolo fijamente —te voy a matal, no puedo cleel que sigas enganchao aún sabiendo lo que sabes—  

—El tema es, debes dejar de sobrepensar tanto— se unió el mayor del grupo a la conversación, la voz de la razón según todos —y macho, en vez de estar aquí partiendote la cabeza, deberías ir y preguntarle sobre lo que escuchaste— Armando estaba igual que su novio con todo el tema, le molestaba que Gustabo estuviese "sufriendo" Por una relación que ni siquiera era real —de igual manera, fuese verdad o no, ese viejo no es para ti Gustabo—

—¡Deja mi cerveza! Puto Filadelfio— le arrebató la lata de las manos acomodandose en su lugar —Armando tiene razón, tete. El Freddy no es para ti y ya te diste cuenta con esto, si dudabas sobre si es gae pues con esto te aseguraste de que no— tomó un largo trago de su cerveza baboseada por Filadelfo.

—¿Saben cual es el problema aquí? — todos se giraron en dirección al mexicano —que todos son jotos, por eso siempre andan de llorones por un pito con patas— tampoco esperaban algo más profundo proveniente del Latino, solo que los escuchase ya era un gesto impresionante viniendo de él.

—Eeh a mí no me incluyas que yo no soy gae—

—¿No? — cuestionaron en unísono todos los presentes iniciando una discusión entre ellos e Isidoro.

—¡NOO! —

—No sé si creerte eh—

—Yo te he pillado viéndole el culo a mi chino—

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