~ 7 ~

1 0 0
                                    

Llegando al apartamento me quedé un momento parada en la puerta, en silencio, observando todo a mi alrededor. Diversos recuerdos en este lugar invadian mi mente...
- ¡Eres un tramposo!
- no es mi culpa que tú seas mala perdedora
- no lo soy
- ¿Ah, no? Ven aquí
Y en segundos tomó mi cintura con sus manos, acercándome más a él y comenzando a hacerme cosquillas.
Caminé lentamente hacia el sofá, pasando mi mano sobre el respaldo y de pronto me encontraba viendo a lo lejos el corredor que llevaba al dormitorio.
- déjame sola
- no lo haré, ya no te dejaré y debes aceptarlo
En cuestión de segundos tenía sus manos sosteniendo mi rostro con delicadeza, mientras se acercaba y besaba mis labios tiernamente.
Suspiré. Me acerqué a la cocina y noté como mis ojos se llenaban de lágrimas al recordar entonces aquella última discusión en este lugar.
- ¡Te he dado todo! ¡Te he acogido como mi propia hija! ¡¿Así me pagas?! ¡Metiéndote con mi hijo!
Las palabras de María siguen en mi mente hasta hoy, y juro que duelen cada vez que las recuerdo... ella tiene razón, pero, ¿Qué puedo hacer? Las personas no eligen de quien enamorarse, ¿O si? ¡Uff! Esto es demasiado. Me dejé caer con la espalda apoyada en la columna que separaba la cocina de la sala y abracé mis piernas cerrando los ojos con fuerza. Entonces oí suaves golpes en la puerta. Me levanté de un salto, secando mis lágrimas rápidamente con ambas manos. En cuanto abrí la vi a Lía allí parada.
- creí que necesitarías apoyo moral
Enseñó una botella de vino en su mano derecha, mientras que con la otra levantaba una bolsa con helado.
- yo no...
- y sabía que sería difícil, así que traje refuerzos
Y fue Samantha quien apareció, sosteniendo cajas de pizza con ambas manos. Ambas entraron sin que pudiera siquiera reaccionar y se acomodaron en el sofá. Cerré la puerta y me acerqué a ellas.
- ¿Desde cuándo son tan amigas?
- desde que tú te has ido
- si, nos hemos sentido demasiado solas sin ti
Ambas pusieron carita de perro regañado, al mismo tiempo que se abrazaban y parpadeaban simulando ocultar las lágrimas. Luego de unos segundos se separaron y comenzaron a reír. Lía se levantó y pasando junto a mí fue a la cocina a buscar tres copas para regresar al sofá y hacer que me sentara en medio de las dos.
- entonces...
Samantha destapó el vino y comenzó a servirnos, mientras que Lía destapaba los potes de helado.
- tú dirás que quieres hacer...
- ¿Hacer con que?
- con todo lo sucedido, tontita
- si, ella tiene razón... ¿Qué quieres hacer? ¿Llorar? ¿Reír? ¿Quieres meterte en tu cama todo el día? ¿O prefieres salir acaso? Lo que tú quieras hacer, lo haremos juntas
- ¡Uff!
No pude evitarlo y comencé a llorar. Lía me abrazaba, mientras que Samantha tomaba mi mano consolándome.
- desahógate tranquila
- estamos aquí
Suspiré. Después de un momento logré calmarme y las miré dándoles una pequeña sonrisa, aún con los ojos rojos del llanto. Me alegra en verdad tener su apoyo... de Lía no me sorprende, pero de Samantha... bueno, es extraño, pero ella ha demostrado no ser como Blair antes de irme a Italia nuevamente.
***
Así continuó la noche. Comimos pizza, tomamos vino y comimos helado con música, bailando por toda la sala como tres locas. Terminamos recostadas en la sala. Lía se había quedado dormida sentada en el suelo, con las manos sobre la mesa pequeña y la cabeza sobre ellas, mientras que Samantha había caído en el sofá al estar corriendo alrededor y se había quedado dormida después de nuestro ataque de risa por ello. Yo, por otro lado, me fui a la terraza. Apoyé las manos sobre el borde y contemplé la noche en silencio, hasta que mi teléfono sonó... era una llamada de María. Abrí los ojos, sorprendida, ¿Por qué llama a esta hora? ¡Oh no! ¿Y si ha pasado algo? ¡No! Mejor no me hago la cabeza. Suspiré y atendí.
Bella: ¿Ha ocurrido algo?
María: quería saber si estabas bien
Bella: oh... si, bueno... si, estoy bien, gracias
María: mañana... ¿Puedes ir a casa? Debo trabajar y no quisiera dejar solo a Asher
Lo dudé, ¿Ir a su casa? Han pasado tantas cosas allí, tantos recuerdos, tantos momentos vividos.
Bella: si... claro... iré
María: te lo agradezco, te espero a las 9.30am entonces
Bella: claro, adiós
Ambas cortamos la llamada al mismo tiempo. Suspiré. Me quedé un momento más allí y entré, dejando el teléfono sobre la pequeña mesa frente al sofá. Caminé a la cocina para dejar las copas y noté aquella fotografía que había pegado en la heladera... esa fotografía con una sonrisa tan espontánea y genuina que Asher y yo nos habíamos tomado en aquella fiesta.
- ¡Uff! ¿Qué haré contigo, eh?
Pasé mi mano sobre la fotografía y suspiré, presionando mis labios.
- ¿Qué haré si ya no me recuerdas? No estoy lista para olvidarte yo también, no me obligues a hacerlo... por favor
Me aparté. Regresé a la sala y me senté en el sofá, recostando la cabeza en el respaldo y cerrando los ojos, hasta quedarme dormida sin darme cuenta.
***
En la mañana desperté y Samantha seguía dormida en la misma posición que anoche, mientras que Lía estaba completamente recostada en el suelo, aún dormida. No pude evitar reírme por lo bajo. En cuanto ví la hora en mi teléfono me levanté, faltaban dos horas para ir a casa de María. Fui a ducharme y me cambié luego. Apenas regresé a la sala acomodé lo que quedaba en la mesa y desperté a aquellas bellas durmientes.
- es demasiado temprano
- debo ir a casa de María
Ambas me miraron confundidas.
- me ha pedido que no dejara solo a Asher mientras que ella no está
- ya... bueno... mejor ya nos vamos Sami
- si... luego nos llamas, ¿Va?
- si, está bien
Ambas se fueron y yo terminé de limpiar. Busqué mi bolso y salí caminando hacia la casa donde había pasado prácticamente toda mi vida, esa casa que está llena de recuerdos... los cuales, tal vez, me atormenten una y otra vez.

Querido tú: (Mini Serie)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon