Capítulo 33.

68 15 2
                                    

Me despierto con el frío tacto del cristal sobre mi frente. Mi cabeza está apoyada sobre la ventanilla de un coche. Al mirar a través de ella me doy cuenta de que es de noche. Miro a la izquierda. Liam conduce concentrado, sin apartar la vista del frente. Tardo un rato en darme cuenta cómo he llegado aquí. Pero poco a poco los recuerdos de esta noche van abriéndose paso por mi mente.

-¿A dónde vamos? -pregunto haciéndome un ovillo en el asiento.

Liam se sobresalta, aparta momentáneamente la mirada de la carretera para mirarme a mí. La preocupación ocupa la mayor parte de su rostro.

-A casa de mi madre.

-¿Por qué? -grazno abrazándome con los brazos.

-Allí estarás segura.

Una idea se enciende en mi mente.

-Entonces sí crees que Christian esté vivo.

-No -dice resoplando-. No sé si Christian está vivo, pero alguien te está amenazando y no voy a dejar que tu vida corra peligro.

Me da igual lo que diga, ha sido Christian, ha sido él todo este tiempo. Tampoco creo que mi vida esté en peligro, solo querrá que lo pase mal. Para que sepa como lo ha pasado él, es una especie de venganza.

-Si hubiera querido matarme lo hubiera hecho. Puede entrar a mi habitación cuando quiera. Seguro que me persigue y me espía.

-Esto va de forma gradual Lydia, primero asustan, luego amenanazan, después hieren, finalmente asesinan.

Su tono de voz es duro. No vacila, lo dice con una seguridad amenazadora. Sus manos se tensan alrededor del volante.

-Me estás asustando.

-Porque deberías estarlo. Has estado dejando pasar esto demasiado tiempo. ¿Creías que es un juego de niños? No lo es.

Un escalofrío me recorre el cuerpo. Tiene razón, no sé que había estado pensando todo este tiempo. ¿Por qué no avisé a la policía? Por miedo a contarles mi historia con Christian supongo, a que me culparan.

-Tenemos que avisar a la policía.

-No, eso déjamelo a mí -espeta-. Conmigo estás a salvo. Ahora duérmete, queda un largo viaje.

-¿Tu madre no vivía en San Francisco?

-Sí, pero tiene más casas.

-Olvidaba que sois ricos -ironizo mirando a través de la ventanilla.

-Duérmete -repite, ignorando mi comentario.

Apoyo la cabeza contra la ventanilla y cierro los ojos, pero no puedo dormir. Demasiados pensamientos ocupan mi mente. El miedo se ha instalado de repente en mí. Soy una ilusa, no me he tomado las cosas en serio. He estado en peligro todo este tiempo. ¿Estaré de verdad a salvo con Liam? Tampoco es que tenga más opciones, aunque no tengo motivos para confiar en él. Mi dolor de cabeza es demasiado punzante como para seguir dándole vueltas a esto, en algún momento me quedo dormida.

****

Cuando Liam dijo «a casa de mi madre» se equivocaba, tenía que haber dicho a la mansión de mi madre.

-¿Esto es una broma verdad?

-No, ¿qué pasa?

-Esto es enorme.

Ante mí, diviso una extensa finca rodeada de bosque por una parte y de plantaciones por otra. En la mitad se encuentra un enorme caserón de dos pisos, tiene un estilo gótico. El porche de entrada está flanqueado por grandes arcos ojivales, y puertas cristaleras. Ambos pisos tienen grandes ventanales combinados con pequeños ventanucos redondos. Lo más sorprendente es la bóveda que corona el piso de arriba. La casa en sí tiene un aspecto escalofriante, pero a la vez es atrayante.

EnloqueceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora