Un latido.

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Aveces el sonido del futuro no es mas que el latido en una pantalla.


El sonido del agua girando hacia la derecha no solo se llevaba el contenido de su estomago si no de sus esperanzas, su futuro estaba jodido. No había hecho nada con su vida y ahora, todo se estaba yendo por el caño, no pensó en estudiar nada, había cosas que todavía no había visto ¿Cómo podría defender a una pequeña creatura si no había podido defenderse ella misma? Su codependencia por Orión, por alguien que la protegiera llevaría al yugo a esa pequeña cosa que ahora sabia que crecía dentro de ella, estaba en el baño. Con las manos sudadas, heladas. El cuerpo le temblaba, la cabeza le daba vueltas y lloraba desconsoladamente y no le importaba, sus hipidos llenaban el sitio, sus gritos solo cubiertos por su antebrazo el cual mordía tratando de sentir un poco de dolor por fuera, algo que la sacara de su miseria de adentro. Ni siquiera tenia una madre, una verdadera no era material para ello, sus dedos fueron a su cuero cabelludo donde tiro histéricamente

.

Piensa, piensa, piensa... Puedo solucionarlo, puedo no...yo no.


Mierda, pensar en los ojos azules de Orión le hacia no querer ni pronunciar las palabras en su cabeza, el la odiaría terriblemente la ansiedad se colaba otra vez en su sistema. Iba a perderle, Orión no permanecería con la asesina de su descendencia sus manos fueron a su vientre sobándolo lentamente. Si tan solo yo fuera otra persona, perdóname. Su instinto Omega le decía que tenia que volver al nido, cuidar de ella y de su cachorrito. Permanecer tranquila pero su cabeza, eso era otra historia tal vez si ella no fuera quien era, la noticia abría sido jubilo para ella, tanto como lo fue para el alfa pelinegro quien salto sobre ella besándola, gritando entre carcajadas mientras ella solo corría hacia el baño donde ahora estaba encerrada.


—Cariño, abre la puerta por favor— Orión tenia la mano en el tomo de la puerta, quería abrazarla, consolarla, se sentía como un imbécil y algo para su mal gusto, despreciado.Sabia que no era porque ella no deseara una familia con él pero no podía evitar que sus instintos le dijeran que era por ser un mal alfa, alguien no viable para nada. Si tan solo pudiera tomar todas las inseguridades de ella entre sus manos y retenerlas allí, tan lejos de su pelirroja como fuera posible. Su cabeza se recostó en la fría puerta al no escuchar respuesta, debía ser paciente si quería arreglar lo que sea que sucedía ahora.


—Te juro que lo resolveremos, estoy aquí. Soy junto a ti—le suplicó mas que aclararle, como si intentara hacerla entender algo que el había demostrado un montón de veces.


Quería gritar que el solo podía ser junto a ella, que su mundo gravitacionaba a su alrededor, que nada podía hacer que eso cambiara, pero no podía, se engañaría si se dijera que una mala decisión no podría acabar con todo pero la amaba, tanto que el terror se instalaba en su pecho. Maldita sea en que momento comenzó todo a ser tan doloroso, porque los sentimientos eran tan complicados, porque sentía que se le estrujaba el alma sabia que su corazón estaba seguro en su pecho pero aun así le dolía. El quería que ella quisiera y la dualidad entre abrazarla y apoyarla o decirle que es su hijo, que tienen que hacerse cargo lo consumía.


Diosa dime que hacer, como la hago entender.


El pelirrojo en la habitación estaba en estado de shock, era un doctor experimentado no era la primera vez que daba este tipo de noticias, pero todo cambiaba para el cuando se trataba de la mujer dentro del baño. Se estaba dejando en total evidencia al respirar como lo hacia pero aún así quería intervenir.

Un zorro para un loboWhere stories live. Discover now