03 - Jaemin

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No era una persona de mañanas. Nunca lo he sido. No despierto bien. Yo gruño y trato de rodarme queriendo más que nada acurrucarme de nuevo bajo las mantas y volver a dormir. En lugar de eso rodé directo hacia una enorme pared de carne caliente.

Espera.

«¿Carne caliente?»

Entreabrí un ojo con cautela y vi a la pared de carne caliente. ¿Huh? Él estaba caliente. Malditamente caliente. Al parecer, había hecho una muy buena elección de pareja de cama anoche. Podía sentir mi pe.ne comenzar a llenarse mientras veía los duros rasgos del hombre.

El corto cabello castaño enmarcaba un rostro bastante fuerte. Su fina mandíbula y delgados labios. Su rostro era fuerte y rígido, nariz recta, pómulos suaves en su piel oliva.

Sus hombros eran tan grandes que ni siquiera podía ver más allá del hombre. Sus musculosos brazos estaban desnudos a excepción del bíceps derecho, que lucía un intrincado tatuaje tribal alrededor, no me hubiera importado lamer ese tatuaje y buscar más.

Con.

Mi.

Lengua.

Repentinamente tragué saliva, sentía la boca seca. Vívidos ojos azules estaban abiertos y viendo mi obvia lectura. Entonces, no era el único despierto.

«Bueno saberlo».

El hombre era imposible de leer. No mostraba ningún signo de emoción en sus ojos. Ni un solo músculo de su rostro se movió. Ni siquiera estaba seguro de si parpadeó. De pronto me sentí muy incómodo cuando el hombre siguió mirándome, su mirada penetrante y evaluadora.

Yo sabía que no había hecho nada malo. Encontrar un hombre para joder en un bar no estaba en contra de la ley, no importaba lo mucho que lo quisieran los intolerantes. Ser gay no era ilegal.

Y no era como si el hombre se hubiera negado. De hecho, como recordaba lo de anoche, sabía que no sólo había aceptado mi cu.lo, lo había jodido hasta que me desmayé, lo que explicaría que acabara en su cama.

No era de ir a las casas de los tipos, aunque me jodieran. No me gustaban los enredos de la mañana siguiente. Nunca sabía muy bien qué decirle a un chico que no tenía ninguna intención de volver a ver otra vez. Hacía el momento, como este, torpe.

—Eres muy hermoso.

Cerré los ojos fuerte ante la profunda voz del hombre que retumbó justo abajo de mi cuerpo y se envolvió alrededor de mi pe.ne, que le brindó toda la atención. ¡Oh dioses!, podría ser capaz de correrme solo con eso. Repentinamente por primera vez desde que podía recordar, quería la mañana después del sexo.

Abrí los ojos cuando sentí un dedo acomodar un mechón suelto de mi cabello detrás de mi oreja. No sabía qué decirle al hombre. Quería salir antes de que las cosas se pusieran muy feas, pero también me quería quedar.

Nunca quise quedarme. Era un concepto extraño para mí. No hacía relaciones. Infiernos, apenas tenía amigos. Involucrarse con una persona no estaba en mis planes, ni pasados ni futuros. Ni siquiera me involucraba con mi familia. No lo había hecho en más de cinco años. El día que cumplí dieciocho años, llené una bolsa y me marché. Y no he vuelto.

Cuando sus dedos se deslizaron sensualmente por encima de mi desnudo brazo, sabía que estaba perdido. Quería más, y ni siquiera sabía su nombre. Bueno, en realidad ni siquiera quería saber su nombre. Eso sólo haría todo más difícil para que lo olvidara cuando me fuera.

Y me iría. Había aprendido temprano en mi vida que no quería apegarme a la gente. Sólo me defraudaban cuando dependía de ellos. Mi familia había probado eso. Nunca estuvieron ahí cuando los necesité. De hecho, si los problemas llegaban, o me culpaban o me ignoraban, dejándome tratar con ellos solo.

Rojo dulce - NoMinWhere stories live. Discover now