Capítulo seis: Duelo en el Coliseo

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Olimpo


Un ser enorme se alzaba en su trono, trono hecho de esqueletos retorcidos, espadas, mazos y escudos, todos fusionados de una manera grotesca.

Tenía una armadura negra con un casco del mismo color con dos cuernos. Frente a el se encontraba un hombre de una altura similar al del trono, sólo que este tenía una musculatura mucho mas desarrollada que el anterior.

Hablaban sobre sus antojos carnales y de lo que necesitaban para satisfacerlos.

¿Has tomado alguna decisión Ares? Decía el tipo de pie.

Si que la he tomado, diría el dios de la guerra. En dos días mas atacaremos Themyscira, solo deja intacta a Hipólita, esa maldita será mía.

¿Y tu Hércules, a quién elegirás? - Me quedaré con Artemisa diría ahora el semi dios.


Themyscira


El evento había rápidamente despertado la curiosidad de las amazonas, nadie quería perderse la oportunidad de ver en combate tanto a Artemisa junto a las mejores mujeres guerreras de la isla, pero principalmente el ver al hombre el cual hace pocos días había derrotado sin esfuerzo alguno a varias de ellas, sumado a los comentarios sobre sus habilidades y apariencia, no tanto por el aspecto físico el cual destacaba mucho, ellas antes habían visto hombres como el, incluso a algunos dioses griegos, lo que más llamaba la atención era su extraño cabello en puntas el cual lo hacía reconocible desde lejos.

El coliseo de Themyscira estaba repleto, miles de espectadores se encontraban presentes en sus butacas, de haber sido mas grande sin dudas se habría llenado igual. Sólo faltaban quienes debían realizar labores de patrullaje, las guardias de los lugares sagrados y otras que debían realizar labores impostergables. La vigilancia de la isla continuaba, aunque con muchas menos amazonas las cuales estaban dispersas por diferentes lugares de la isla, aunque no de muy buena gana, el evento sin dudas era el foco de atención principal.

Aunque habían pasado cientos de años desde la última vez que las invadieron, no podían bajar la guardia.

Por otro lado, Bulma fue quien le contó a Gokú sobre el evento, ella lo había visitado un par de veces en el día, era su mejor amiga, y aunque sabía que nadie podría dañarlo, no podía evitar preocuparse.

Ellos se querían, eran hermanos después de todo y pese a que en algún momento de su vida, Bulma pensó en el de otra manera, finalmente esos sentimientos habían sido aclarados, quizá la llegada a su vida de Vegeta, le aclaró su vida.

Fue una de las cosas que había hablado con Dalma, quien era su guía en la isla y también en parte chaperona de la misma. Hasta la misma Hipólita le había preguntado sobre la relación de ambos.

Gokú por otro lado veía a Bulma como su hermana mayor, desde el comienzo fue ella quien le enseñó prácticamente todo lo necesario en su vida, le enseñó a leer, escribir, modales, aunque en eso no tuvo mucho éxito. También se quejó con Bulma por no haber sabido que era el matrimonio y tener que casarse con Milk por una promesa ignorante.

De cualquier manera Gokú quiso mucho a quien fue su esposa, le dio dos hijos maravillosos, y aunque aún le apenaba el haber tenido que sepultarlos a todos, era algo que había finalmente aceptado.

Después de la partida de sus familiares y amigos, Gokú se volvió mas serio y mas ermitaño, si bien seguía yendo a la ciudad para vender los productos de su campo, también tenía amistad con algunos de ellos, no era demasiado. El proceso de ver partir a todos y él no, era algo que aún le costaba asimilar, y si bien podía ir el tiempo que quisiera con Kaio-sama, poco a poco se fue alejando de su compañía.

El Destino del SayayínWhere stories live. Discover now