14. PREVIA DEL BAILE

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El día del baile finalmente había llegado, pero una extraña sensación se apoderaba de mí

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El día del baile finalmente había llegado, pero una extraña sensación se apoderaba de mí. Durante los últimos días, había sentido la constante presencia de alguien observándome, como si una sombra acechara en cada esquina sin revelar su identidad. No importaba cuánto intentara descubrir quién era, no lograba discernirlo.

Me desperté con un nudo en el estómago, nerviosa por el día que me esperaba. Sabía que tendría que enfrentarme al baile sin pareja, sin la emoción o el entusiasmo que generalmente acompañaba a tales eventos. La idea de ir sola me pesaba, y mi falta de motivación para asistir se hacía cada vez más evidente.

Descendí las escaleras hacia la cocina, con cada paso sintiendo el peso de la incertidumbre y la melancolía. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, pero ni siquiera eso lograba animar mi espíritu. Me senté a la mesa, mi mirada perdida en la nada mientras jugueteaba con la cuchara sobre la mesa.

—Buenos días, mamá —murmuré, tratando de sonar animada aunque mi voz apenas llegaba a un susurro.

—Buenos días, cariño —respondió mamá con una sonrisa cálida mientras me servía una taza de café— ¿Cómo te sientes hoy?

—Bien, supongo —contesté, sin poder ocultar del todo mi preocupación— Solo un poco nerviosa por el baile de esta noche.

—Entiendo, pero estoy segura de que te divertirás mucho una vez estés allí —dijo mamá con optimismo mientras preparaba el desayuno.

—Espero que sí —respondí, tratando de convencerme a mí misma de que todo saldría bien.

Mientras desayunaba, mi mente seguía divagando entre pensamientos sobre el baile y sobre Isaac.

—¿Estás bien, cariño? Pareces un poco distraída —preguntó mamá, notando mi expresión preocupada.

—Sí, mamá, solo estoy pensando en el baile y en algunas cosas más —respondí, tratando de sonar tranquila.

—Bueno, recuerda que siempre puedes hablar conmigo si algo te preocupa, ¿de acuerdo? —dijo ella con una sonrisa reconfortante.

Asentí con la cabeza, agradecida por su apoyo.

Mientras desayunaba, escuché el sonido del timbre resonando por la casa. Con curiosidad, me levanté de la mesa y me dirigí hacia la puerta de entrada.

Me sorprendí al ver a Myles parado frente a la puerta. Su llegada tan inesperada me tomó por sorpresa, pero me alegré de verlo.

—¡Myles! ¿Qué haces aquí?—exclamé con una sonrisa mientras lo invitaba a entrar.

—Solo quería pasar a saludar un rato antes de que comience la locura del baile— agregó con entusiasmo.

Le di la bienvenida y lo invité a pasar al comedor.

—Mamá, este es Myles, la pareja de Adira que vino desde Nueva York para el baile—dije con una sonrisa, presentando a Myles.

Mamá lo saludó con calidez y le dio la bienvenida a nuestra casa.

REPUTACIÓN - Isaac ArellanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora